38 años después del efecto 2000

Todo apunta a que el temido Y2K38 seguirá los pasos de su hermano mayor, el efecto 2000, y quedará en una curiosidad que se solventó a tiempo.

Los Millennials todavía nos acordamos de aquel inquietante 1999. Todo el año transcurrió entre vaticinios catastrofistas, videntes, y profecías de Nostradamus a los que el efecto 2000 vino a sumarse como el más claro indicio del principio del fin.

La vuelta de tanto 9 prometía traer consigo importantes fallos en todos los sistemas al pasar el contador a 1900, en vez de a 2000. Este viaje en el tiempo informático acarrearía tremendas consecuencias en la vida diaria, tales como fallos en el suministro de energía y transportes, teléfonos, banca, y hasta lavadoras, con el consiguiente colapso del sistema.

Al final, con las uvas, todos los programas informáticos cambiaron de año, y de siglo, al compás de los suspiros de alivio de medio planeta.

Pero este panorama podría volver a repetirse en unos cuantos años, el 2038, como ya os contamos en este post.

Resumiendo, la mayoría de sistemas informáticos hasta hace poco funcionaban con sistemas de 32 bits, que llegado cierto punto agotarán todas sus posibles combinaciones numéricas. Sin embargo, y gracias al Gangnam Style, que reventó todos los contadores de YouTube (el vídeo fue visto más veces que un número de 32 bits: es decir, logró 2.147.483.647 visualizaciones) el problema se hizo visible.

Desde entonces, los sistemas informáticos modernos se producen con 64 bits (con códigos de más de nueve trillones), siendo relativamente pocos ya los que operan con 32 bits. Así pues, por este lado podemos respirar tranquilos, ya que no se producirá efecto 2038 (Y2K38, como es conocido).

Pero, ¿dónde quedaría la emoción si todo se resolviese tan fácilmente? Hay otro factor que nos puede conducir a un nuevo efecto 2000, y éste es menos mediático.

Las direcciones IP, el DNI de Internet

Cada vez que nos conectamos a Internet, nuestro dispositivo móvil se conecta desde una IP, que es como el DNI, o la matrícula, por ejemplo, del sistema. Cada sitio que visitamos, también tiene una IP asignada. Todas estas identidades numéricas (de 32 bits) se generan a partir del sistema IPv4.

Sin embargo, por numerosas que sean las combinaciones posibles gracias al IPv4, nos estamos quedando sin números de IP. El sistema es limitado, y se ha calculado que “sólo” se pueden generar hasta 4.3 mil millones de direcciones… que estamos cerca de agotar.

Y, ¿qué pasará cuando no haya más direcciones IP disponibles? Si los dispositivos no se pueden conectar entre sí, ahora que el IoT expande sus redes, y los sistemas de 32 bits también ven su fin, podríamos llegar a un nuevo efecto 2000.

La transición a los sistemas de 64 bits está prácticamente realizada, por lo que ese factor deja de ser preocupante. Pero el cambio de IPs generadas con IPv4 a IPs generadas con IPv6 (que además incluye letras, a diferencia de IPv4) es un asunto más delicado, ya que el protocolo IPv6 no es soportado por todos los sitios de Internet.

Es decir, IPs generadas con el sistema IPv4 y aquéllas generadas con IPv6 no son compatibles. Sin embargo, la buena noticia de todo esto es que las direcciones generadas con IPv6 deberían ser suficientes para siempre, por mucho que el IoT avance. 340 sextillones de direcciones IP son muchos sextillones de direcciones IP.

Para solucionar este obstáculo, se trabaja sobre dos opciones: los traductores de protocolo, y la doble pila.

Mientras que el traductor de protocolo permite asociar direcciones IPv6 a los usuarios a la vez que conservan la conectividad con IPv4, la doble pila duplica por completo todos los protocolos.

Que no cunda el pánico. Como pasó con el primer efecto 2000, en 2038 el mundo no se paralizará (al menos no por las migraciones de 32 bits e IPv4).

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