Carprint 3D 417

Se acerca la producción de coches mediante impresión 3D

La principal razón de las alabanzas que se vierten sobre las impresoras 3D está en sus posibilidades industriales. Hoy en día la tecnología avanza a un ritmo frenético. De los dispositivos móviles han derivado otros objetos inteligentes o el hogar conectado. Se trata de avances destinados al mercado de consumo. Sin embargo, la capacidad de la impresión en 3D alcanza a la propia industria, una de las primeras en aprovechar las oportunidades que brinda ha sido la automoción.

El proyecto Urbee 2, llevado a cabo por Kor Ecologic, la empresa que dirige el ingeniero Jim Kor, muestra el potencial de la impresión 3D para la fabricación de automóviles. Se trata de la segunda generación de un prototipo de coche híbrido, diseñado para su construcción con una impresora 3D. El objetivo es hacer de él un vehículo urbano, ligero y eficiente, para su uso en distancias cortas, aunque también podría desarrollar velocidades para ir en autovía.

El Urbee 2 tendrá un aspecto entre coche y motocicleta. Una estructura de tres ruedas y un peso poco mayor que una tonelada lo convertirán en un producto más sencillo que un automóvil medio. Su ligereza viene en parte por el tipo de material con el que está fabricado, el plástico ABS, común en las impresoras 3D. El coche también tiene una longitud modesta, de tres metros.

La impresión 3D del vehículo de hace por piezas, aunque no todas están fabricadas en plástico ABS. El chasis y el motor se construirán de acero y después se integrarán en el conjunto. Actualmente se está buscando una empresa que se ocupe de estos componentes. El carácter híbrido de la mecánica hace más delicado este aspecto.

Ventajas de ‘imprimir’ un coche

La innovación que representa construir un coche a través de una impresora 3D se justifica por las ventajas que se derivan. Jim Kor, el líder del proyecto, destaca como uno de los grandes beneficios la ligereza del vehículo. Al estar fabricado, en una gran parte, con plástico ABS pesa considerablemente menos que los estándares de la industria.

Así, los ingenieros no tienen que preocuparse de instalar un motor extremadamente eficiente, ya que el menor peso hace que el consumo de energía se reduzca. De la misma forma, el vehículo podrá desplegar velocidades más altas sin necesidad de tener una gran potencia.

El método de fabricación es barato debido a que la parte fundamental la constituye el diseño. Cuando éste se encuentra listo en el software sólo hay que dejar trabajar a la impresora 3D. Además, este tipo de producción permite fabricar en una sola pieza componentes que normalmente están constituidos por varias.

El objetivo de Kor es juntar las partes pequeñas de la estructura de un coche y convertirlas en piezas más grandes únicas. Así se consigue mayor aerodinámica y también aligerar el peso del vehículo. Como factor negativo, cuando se rompa o agriete una parte se correría el riesgo de tener que cambiar el conjunto. Aun así, los creadores del Urbee 2 pretenden que éste pase la inspección técnica de seguridad que hace pasar el circuito de Le Mans a los participantes en su prueba.

El papel de la impresión 3D en la industria

Aún queda camino por recorrer pero el ejemplo del Urbee 2 es revelador. El coche tardaría 2.500 horas, algo más de 100 días, en ser construido. Pero lo que de verdad es interesante del proceso es su carácter automatizado. El ingeniero introduce el diseño de una pieza en el programa y éste comienza a funcionar. En este punto la impresora 3D puede trabajar sola y sin asistencia. Lo único que hay que hacer es dejar que pase el tiempo y el plástico ABS vaya tomando forma.

Este método podría cambiar la forma de trabajar de algunas industrias. Una sola impresora 3D no puede producir de la misma forma forma que una cadena de montaje, ni siquiera varias máquinas reunidas lograrían alcanzar una capacidad industrial hoy por hoy. Aun dando por hecho que se igualara el ritmo de producción, la nueva técnica aún tiene que ser depurada.

Sin embargo, la impresión 3D ya podría cubrir algunas carencias del sistema industrial. Una de ellas es la personalización de productos o los encargos particulares. Una fábrica escupe copias idénticas de un mismo objeto, pero resulta muy costoso producir algo concreto, ya que para ello es necesario reconfigurar todo el conjunto robótico y sólo con la intención de crear una única unidad.

Los encargos que en ocasiones realiza un público muy selecto, con capacidad económica para pagarlos, serán más fáciles de llevar a cabo y muchos menos costosos – con lo que el público se amplía – con un modelo de impresión 3D. Pero no estos objetos personalizados no sólo son demandados como capricho de consumo. También empresas e instituciones públicas necesitan diseños específicos para tareas concretas, sin que los estándares de producción cumplan con los requisitos.

Si una empresa necesita para sus empleados algunos vehículos ligeros, adaptados a un pequeño espacio de parking, una impresora 3D puede llevar a cabo el encargo sin dificultades, una vez que el diseño esté creado e introducido en el software. Hacer cambios en el diseño también sería más sencillo, ya que éstos se realizan en el programa, sin que haya que ninguna máquina.

Las reparaciones es otro de los caminos a través de los que la impresión 3D puede introducirse fácilmente en la industria, siempre y cuando el problema se solvente con el plástico utilizado por estas máquinas. La creación de piezas específicas puede resultar más sencilla. Aunque las mayores posibilidades industriales se encuentran en la construcción de fragmentos que posteriormente podrían ser unidos en una cadena de montaje. Así, las impresoras 3D se integrarían de lleno en el sistema de producción masivo.

Imagen: wizard23 via Compfight cc

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