Activos intangibles: el valor que genera lo que no se ve

La crisis económica en la que nos vemos inmersos ha demostrado que los cimientos que sustentaron la época dorada de crecimiento de la economía española, entre 1994 y 2007, eran flacos e inestables.

La destrucción desbocada tanto de capacidad productiva como de puestos de trabajo ha puesto en evidencia que los factores que determinan la ventaja competitiva internacional en el siglo XXI pasan necesariamente por el crecimiento de la productividad.

No obstante nuestro sistema productivo, aparte de la dependencia del “ladrillo” y de los nefastos efectos de la denominada burbuja inmobiliaria, presenta también el problema del crecimiento bajo (e incluso negativo) de la productividad de gran parte de los sectores de actividad en principio “no especulativos”.

Ya desde la década de los noventa del siglo pasado se acepta y defiende el papel decisivo de las TIC en relación con la competitividad empresarial. La transformación tecnológica en las estructuras organizativas y productivas corporativas se ha acentuado especialmente en esta década y en la precedente.

Activos intangibles

 

Sin embargo, el discurso actual sobre los factores que impulsan la productividad incluye elementos más novedosos y amplios que las meras herramientas digitales, como los activos intangibles.

De acuerdo con la definición que propone la publicación de Fundación Telefónica Activos intangibles, una inversión necesaria para el crecimiento económico de España, el concepto abarca los siguientes aspectos del ámbito de la gestión empresarial:

  1. La información digitalizada, que incorpora, además del software, el contenido de las bases de datos de todo tipo en poder de empresas e instituciones.
  2. La propiedad de la innovación, que incluye tanto los conocimientos que se generan a través de la I+D acumulada a lo largo del tiempo como el diseño y la innovación contenida en los nuevos productos y procesos que desarrollan las empresas.
  3. Las competencias económicas que incluyen el valor de las marcas comerciales así como la capacidad organizativa de las empresas y la formación específica de sus trabajadores.

No obstante, resulta complicado el tratamiento estadístico como capital de los activos intangibles, es decir, que no son tan fáciles de medir y cuantificar como otros factores de producción: son más bien escurridizos.

En primer lugar, gran parte de ellos los acumula la empresa pero no los adquiere en el mercado, por lo que a menudo no tienen registro contable. Por otro lado, no suelen aparecer en el balance de las empresas y eso hace que resulte difícil realizar su seguimiento temporal. Además, el conocimiento científico-tecnológico de una empresa puede ser utilizado por otras sin problema, y en cualquier caso, es complejo excluir del uso y disfrute de algunos activos intangibles a agentes que no los han generado.

Entrando más en detalle en las diferentes categorías de activos intangibles, nos encontramos con:

1- Información digitalizada. Epígrafe que comprende los conocimientos incorporados a los programas de ordenador (software) y las bases de datos informatizadas.

2- Propiedad de la innovación. En este caso estamos hablando de los siguientes aspectos:

  • I+D. Incluye el gasto realizado por las empresas en actividades de investigación básica, de investigación aplicada y de desarrollo tecnológico.
  • Prospección minera y originales de obras recreativas, literarias o artísticas. La prospección minera crea un depósito de conocimientos sobre las reservas que serán utilizados como insumos en las actividades de producción futuras. Los originales de obras recreativas, literarias o artísticas incluyen el gasto para el desarrollo de obras artísticas originales que por lo general acaban dando lugar a derechos de autor o licencias.
  • Nuevos productos/sistemas en los servicios financieros. Comprende el esfuerzo realizado por las empresas relacionadas con los servicios financieros en I+D, así como la inversión en conocimiento que es necesaria en los procesos de ingeniería financiera desarrollados por personal no necesariamente relacionado con la I+D, pero sí cualificado y que dedica tiempo a la innovación y creación de nuevos productos financieros.
  • Diseño y otros nuevos productos. En este caso, si el diseño ha sido realizado para el establecimiento y la operación de plantas piloto y prototipos, estos gastos deben incluirse en I+D. Sin embargo, si se llevan a cabo para la preparación, ejecución y mantenimiento, estandarización de la producción o para promover la venta de productos, deben ser excluidos de la definición de I+D e incluidos en esta categoría.

Activos intangibles

3- Competencias económicas. Concepto que incluye los siguientes elementos:

  • Publicidad (valor de la marca). Hace referencia al gasto destinado a crear o reforzar la imagen de marca de las empresas de cara a los consumidores potenciales. La elección de los consumidores entre diferentes productos de empresas competidoras se ve a menudo impulsada por la percepción que tienen de estas marcas.
  • Estudios de mercado (valor de la marca). El gasto en investigación de mercado también incide en la inversión en el valor de marca ya que, aunque ciertas características de los mercados tienden a variar a lo largo del tiempo, es razonable suponer que el conocimiento de ciertos segmentos del mercado y actitudes de los consumidores genera beneficios a lo largo de varios años.
  • Capital humano específico de la empresa (formación a cargo del empleador). El gasto en formación de los empleados lleva asociados beneficios futuros para los empleadores mientras éstos sean capaces de retener a sus empleados y sacar partido de sus conocimientos.
  • Estructura organizativa. El concepto de capital organizativo se refiere a una serie de prácticas de negocio, procesos y sistemas de compensación de incentivos que en conjunto permiten a las empresas de manera consistente y eficiente extraer de un determinado nivel de recursos físicos un mayor valor productivo que otras empresas.

En suma, cuando hablamos de activos intangibles, hablamos de factores de alto valor estratégico para la economía española, pero que son difíciles de gestionar y capitalizar en muchos casos.

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