Las ciudades grandes son más eficientes y generan más innovación

Física de las ciudades: eficiencia e innovación

¿Son las ciudades una extensión de la biología? ¿Es Londres una enorme ballena? ¿Edimburgo un caballo? ¿Es Microsoft un hormiguero gigante? Con estas preguntas comienza Geoffrey West una conferencia en TED sobre las relaciones que existen entre los seres vivos, las organizaciones y las ciudades. Preguntas un poco alocadas como estas se han formulado estudiantes de la Universidad de Columbia, quienes en colaboración con Telefónica I+D exploraron la red de telefonía móvil de la ciudad de México analizando el pulso de la ciudad.

Hace años que West, físico y expresidente del Instituto de Santa Fe, junto con un equipo de colaboradores, empezó a aplicar las matemáticas que utilizan los físicos para estudiar como los sistemas “escalan”, para responder algunas preguntas primero sobre la vida, y luego sobre los sistemas que las personas hemos creado: las ciudades en donde vivimos y las organizaciones que soportan nuestros medios de producción y servicios. ¿Y paraqué sirve todo esto?

Las ventajas de procesar y analizar enormes cantidades de datos

A pesar de la extraordinaria diversidad y complejidad de estos sistemas, muchas de sus propiedades siguen leyes sorprendentemente sencillas. Para llegar a estas conclusiones, West y sus colaboradores tuvieron que recoger, almacenar y procesar enormes cantidades de datos. Después fueron capaces de proponer una ecuación muy simple que describe el crecimiento de las ciudades. La ecuación contempla dos dinámicas subyacentes que compiten entre sí con implicaciones sorprendentes y muy interesantes.

“Las decisiones tomadas por el análisis de datos tienden a ser mejores decisiones. En cualquier sector las empresas que son conscientes de ello se desmarcan de sus rivales… los datos nos revelan la apuesta más segura.”

Erik Brynjolfsson and Andrew McAfee sobre Big Data.

La eficiencia de las ciudades medida a través de las estaciones base

Mientras que el número de trabajos, viviendas o el consumo de servicios básicos, escalan linealmente con el número de habitantes de una ciudad, el crecimiento de las infraestructuras (alcantarillado, luz, gas, etc.) sigue una ley potencial con un exponente aprox. = 0,8. Este comportamiento es similar al que siguen los parámetros del metabolismo animal (como las pulsaciones o la longevidad) en función de la masa corporal. Es el comportamiento característico de las economías de escala. Sí, a pesar de los múltiples problemas que plantean las grandes urbes humanas (como la concentración de delincuencia o enfermedades), las ciudades resultan económicamente eficientes en la provisión de estos servicios básicos.

“Todo lo que hay en la ciudad es parte de su historia: su cuerpo físico de ladrillo, piedra, acero, vidrio, madera, como su sangre vital de hombres y mujeres que viven y respiran. Las calles, los paisajes, la tragedia, la comedia, la pobreza, la riqueza”.

Berenice Abbott

Mega-ciudades más eficientes y más innovación

¿Se debe exclusivamente a esta mayor eficiencia el que la humanidad se esté concentrando en grandes aglomeraciones urbanas, mega-ciudades? Muy probablemente no. Porque lo que es absolutamente sorprendente, es que los indicadores “socio-económicos” que miden la generación de riqueza, el número de trabajos, la información o la innovación (patentes), siguen economías de escala crecientes: todas estas variables crecen como una potencia del número de habitantes con un exponente mayor que uno. Es decir, que las ciudades no son solo infraestructuras eficientes, son también máquinas sociales extremadamente eficaces en la generación de riqueza y de innovación.

Mapa de calor de usuarios conectados en ciudades grandes

¿Ocurre lo mismo con las empresas? ¿Podemos entender de qué depende su nacimiento o desaparición? ¿Cómo contribuyen a la generación de riqueza? ¿Son como las ciudades? Aunque aún es pronto para decirlo (cita), todo parece indicar que las empresas se parecen más a los animales que a las ciudades. Las grandes compañías están optimizadas para las economías de escala (eficiencia) y no destacan precisamente como generadoras de innovación.

“Una de las grandes cosas que tienen las ciudades es que soportan a gente extraña. Bajas por la Quinta Avenida y ves gente loca. Eso es bueno, esa tolerancia a una diversidad extraordinaria. (…) No ocurre lo mismo con las empresas, excepto cuando empiezan. Si vas a General Motors o American Airlines o Goldman Sachs, allí no ves gente loca. Los locos son despedidos. Bueno, hablar de gente loca es irse al extreme, pero incluso los inconformistas con despedidos.” (West, EdgeConversation)

 

Imágenes | James Stoddart

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