Estos fueron los países más innovadores en 2016

Suiza encabeza el Índice Mundial de Innovación 2016, seguida de Suecia y el Reino Unido. El informe constituye actualmente una de las principales herramientas de análisis con las que cuentan los líderes empresariales y responsables políticos.

A estas alturas del año la costumbre es hacer balance de lo que nos han dejado los 12 últimos meses. Rememorar los aspectos más exitosos de la temporada es un hábito que nos permite distinguir los progresos que tanto nosotros individualmente, como la humanidad en general, hemos logrado cumplir. Aunque con frecuencia echamos en falta la consecución de algunos retos personales que nos propusimos a comienzos de año, el mundo siempre ofrece argumentos en los que ampararse y que nos recuerdan que en algunas cuestiones el cálculo sí es positivo. A pesar de la percepción negativa del presente que nos ofrecen los medios a diario, en materias como salud, tecnología o ciencia la tendencia es superarse constantemente. Aun siendo escasa, la prosperidad parece indicar que existe un principio ajeno a toda dificultad que se mantiene vivo en la genética humana: la innovación.

Por esta razón, conviene atender a los indicadores de innovación anuales que la Universidad Cornell, el INSEAD y la Organización Mundial de la Propiedad Intelectual (OMPI) llevan publicando en colaboración desde 2007. El Índice Mundial de Innovación es, a día de hoy, una de las principales herramientas de análisis con las que cuentan los líderes empresariales, los responsables políticos y demás partes interesadas que quieran estar al tanto de la situación en este ámbito. El documento consiste en una clasificación de aptitudes y resultados de las economías de todo el mundo en el dominio de la innovación. Para su elaboración se valora la innovación como impulsor del crecimiento económico y la prosperidad, además de los niveles de investigación y desarrollo, aplicables a todos los países.

Brecha en innovación

El informe de este año lo encabeza Suiza, seguida de Suecia, Reino Unido, EEUU, Finlandia y Singapur. En esta ocasión, China se incorpora al grupo de las 25 economías más innovadoras, lo que supone la primera vez que un país de ingresos medianos se une a las potencias más desarrolladas. Estas últimas naciones han liderado la lista durante las nueve ediciones de historia que tiene este cómputo, en las que se ha examinado la capacidad innovadora de más de un centenar de países en todo el mundo. La subida de China en el índice revela además consideraciones metodológicas como el perfeccionamiento de los sistemas de medición del estudio. Sin embargo, la “brecha en materia de innovación” persiste entre las economías más avanzadas y los países en desarrollo, aunque los políticos están cada vez más concienciados acerca de la importancia de fomentar la innovación para que las rentas aumenten.

Europa destaca por encima del resto de continentes con 15 países entre los primeros 25 y ocupando íntegramente el podio de la clasificación. Por su parte, Suiza lidera el índice por sexto año consecutivo y Alemania (10º) alcanza por primera vez los 10 puestos más altos. El dominio europeo se explica por sus sólidas instituciones e infraestructuras, aunque, según se recoge en el informe, todavía hay un considerable margen de mejora en el desarrollo y la producción tecnológicos. Donde más despunta el Viejo Continente es en lo referente al desempeño ecológico, el acceso a las TIC y la esperanza de vida escolar.

Por otro lado, la publicación también explica las condiciones requeridas para que haya innovación. Por ejemplo, avisa de la necesidad de invertir de manera constante, señalando que antes de la crisis el gasto en I+D crecía a un ritmo anual del 7%, mientras que en 2014 sólo lo hizo un 4%. El principal motivo de esto fue la desaceleración del progreso en los países emergentes y la reducción en los presupuestos de las naciones de mayores ingresos.

Innovación a escala mundial

El tema de la publicación de este año es “la innovación a escala mundial: para que todos ganen”. Por ello, la elaboración del informe tuvo en cuenta la creciente proporción de las redes de innovación mundializadas, concluyendo que según se intensifica el intercambio de conocimientos y talento se amplían las posibilidades de compartir las ganancias. En este sentido, el estudioseñala que las políticas a nivel doméstico deberían fomentar esta contribución, y recalca las carencias de la cooperación internacional en I+D en los ámbitos empresarial y público. Por último, se reitera la responsabilidad de las estructuras internacionales de gobernanza de ampliar la difusión tecnológica en los países en desarrollo.

Bruno Lanvin, Director Ejecutivo de Índices Mundiales en el INSEAD y coautor del informe, apunta: “Hay quien puede ver la globalización como una corriente que busca un “segundo aliento”. Aun así, la contracción del comercio internacional y de los flujos de inversión, en términos relativos, otorga una importancia estratégica todavía mayor a las dos caras de la innovación: por una parte, hay más países emergentes que se están convirtiendo en innovadores de éxito y, por otra, existe un porcentaje creciente de ventajas derivadas de la innovación que tienen su origen en la cooperación transfronteriza”.

En definitiva, el estudio muestra cómo la innovación constituye uno de los pilares de las economías de todo el mundo. Los países más desarrollados tienen el deber de cooperar y potenciar este terreno, para que el intercambio de medios llegue a los lugares más necesitados del mundo, y cada fin de año tengamos algo que celebrar.

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