La experiencia artística en la tecnología de la imagen y la comunicación

Los artistas multimedia son el resultado de una cultura tecnológica, de la era digital en la que vivimos.

Cada era tiene su propia cultura. La que vivimos, la era digital, está comenzando a identificar y desarrollar la suya. Se trata de moldear los rasgos que nos definen, que delatan nuestras inquietudes y nuestras preferencias en el campo de la estética, en los albores del siglo XXI. Y una vida inmersa en la tecnología tiene necesariamente como referencia una cultura profundamente tecnológica.

Ésta es precisamente la filosofía que mueve la programación del Espacio Fundación Telefónica, en sus distintas sedes de España y Latinoamérica, y que se basa en  promover una nueva cultura centrada en la creatividad, la innovación y la tecnología.

Espacio Fundación Telefónica es una iniciativa transnacional con sedes en Buenos Aires, Lima, Madrid y Santiago de Chile, cuya aspiración es conseguir que las actividades desarrolladas trasciendan el espacio físico a través del escenario digital.

En este caso queremos hablar del Espacio ubicado en la capital chilena, que es un buen ejemplo de este espíritu. Actualmente está llevando a cabo un relanzamiento de su actividad cuyo plato fuerte son dos exposiciones de vanguardia, que pueden gustar más o menos, pero que no dejan indiferente, “Velocidad de Escape” y “Fala.

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La primera muestra, “Velocidad de Escape”, es una mezcla entre cultura contemporánea y el uso de tecnología a través de registros fotográficos. En concreto, exhibe autorretratos de usuarios de ordenador, cuyos rostros han sido construidos en 90 mil pixeles. El trabajo incluye además  una serie de paisajes urbanos capturados por una cámara web instalada en las alturas de la torre Telefónica.

El autor es Daniel Cruz, un artista visual Magíster en Artes por la Universidad de Chile, cuyo trabajo involucra tecnologías de registro, reproducción y sampleo, explorando las distancias y límites existentes entre acción, cuerpo, paisaje, juego y arte.

El propio autor nos relata su intención al proponer esta muestra:

Trato de generar algunas estrategias para que el visitante se tome el tiempo en esta obra, el que no se toma el tiempo no va a entrar a nada, que sea preponderante la temporalidad, el visitante necesita tomarse un tiempo, el ejercicio de VELOCIDAD DE ESCAPE, de alguna manera sugiere que uno está escapando, sugiere correr bordes, correr el horizonte, ampliar zonas de alcance.

En suma, Cruz propone una reflexión sobre el papel de la imagen en la sociedad digital en la que vivimos, tanto el retrato como el paisaje, y como se distancia la relación entre representación  y aquello representado fruto de la alteración de la imagen por medios tecnológicos.

Si en el primer caso la muestra giraba en torno a la tecnología de la imagen, en el segundo el eje de la reflexión de los autores se articula en torno a la comunicación. “Fala”, de los brasileños  Rejane Cantoni y Leo Crescenti, es una instalación compuesta por cuarenta teléfonos móviles que, como en el clásico juego del teléfono, generan palabras con un significado semántico diferente al inicial.

Los móviles hablan hasta veinte idiomas entre ellos. El espectador puede acercarse a esta conversación hablando al micrófono. Cuando éste dice una palabra, un dispositivo celular contestará con otra palabra y así comienza una conversación automática, multilenguas.

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Rejane Cantoni y Leonardo Crescenti son artistas multimedia que operan desde São Paulo. Con un bagaje procedente de la arquitectura, la fotografía y otros medios, diseñan y crean instalaciones en las que la principal herramienta de experimentación está en un lugar entre el espacio y el cuerpo humano, intentando conectar la obra con el espectador. De esta forma construyen obras mecánicas y electrónicas que sorprenden por la simplicidad de su funcionamiento y la riqueza de las experiencias que generan.

La expresión artística de principios del siglo XXI es reflejo de las inquietudes y preocupaciones de la sociedad digital y global en la que nos ha tocado vivir.

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