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Marte, un planeta con sabor agridulce para Europa

El planeta rojo vuelve a dejar un sabor agridulce en Europa, que no consigue aterrizar con éxito en su superficie, aunque sí podrá estudiar de cerca Marte.

El planeta rojo es una mezcla de exótico misterio para la humanidad y un complejo desafío para la ciencia. Explorar sus secretos sigue siendo un reto para la comunidad científica, especialmente para la Agencia Espacial Europea. La organización ha llegado a Marte con la esperanza de determinar de dónde procede el metano de su atmósfera. ¿Será fruto de organismos vivos que aún no hemos encontrado? ¿O quizás de una actividad geológica y química?

La misión ExoMars despegó el pasado mes de marzo desde el cosmódromo de Baikonur (Kazajistán). Le esperaban casi siete meses de viaje para recorrer los 496 millones de kilómetros que separan a la Tierra de Marte. Una vez alcanzado el planeta rojo, el objetivo de la ESA era doble: insertar una nave en su órbita, que permanecería girando alrededor de Marte estudiando su composición gaseosa y, por otro lado, colocar una sonda por primera vez para Europa y Rusia en el suelo marciano.

El primer fin ha sido cumplido con éxito. Desde ayer por la tarde, el instrumento Trace Gas Orbiter está situado en la posición adecuada y comenzará a hacer los análisis necesarios para evaluar de dónde proceden las trazas de metano halladas en el pasado. El segundo objetivo es, hasta el momento, una incertidumbre. El módulo Schiaparelli, que entró en la atmósfera de Marte y comenzó el descenso aparentemente sin problemas, no da señales de vida.

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Los científicos están tratando de averiguar qué ocurrió en las últimas fases de su recorrido. La sonda comenzó su descenso a una velocidad de vértigo (21.000 km/h), ya que debía cruzar 120 kilómetros en sólo seis minutos. Para ir reduciendo su velocidad, Schiaparelli contaba con un paracaídas, un retrocohete y el apagado del motor, las tres tecnologías que la ESA quería probar para demostrar que Europa y Rusia podían llegar a Marte. Algo sólo conseguido hasta la fecha por EEUU y la antigua Unión Soviética.

Aunque no hay datos sobre qué pudo suceder, la señal de Schiaparelli se perdió en los últimos cincuenta segundos de amartizaje. Al contrario de lo que sucedió con la misión Mars Express y la sonda Beagle 2, que también se estrelló contra Marte, ahora podemos recabar toda la información posible para saber qué ha pasado exactamente. Y es que el segundo objetivo de ExoMars no se ha cumplido como estaba previsto, pero podemos aprender de los errores cometidos.

Hacerlo será fundamental de cara a planificar la llegada del robot ExoMars 2020, que la ESA quería enviar dentro de cuatro años para explorar el planeta rojo. Las dificultades técnicas de una misión de este tipo son evidentes, por lo que se debe replantear cómo llegar a Marte y si realmente es posible establecer una hipotética colonia allí. De momento, al menos para Europa y Rusia, pisar el suelo marciano de forma controlada sigue siendo una utopía. Nos queda la satisfacción de que seguiremos estudiando el planeta rojo, tanto con rovers como Curiosity en su superficie como desde el exterior.

Imágenes | Agencia Espacial Europea, ESA/ATG

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