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OCO-2, la misión de la NASA que pretende luchar contra el cambio climático

Un satélite lanzado al espacio pretende luchar contra el cambio climático. Tomará 100.000 mediciones al día, para así estimar y mapear las emisiones de dióxido de carbono en el planeta.

El cambio climático es uno de los grandes desafíos a los que se enfrenta el planeta. Los esfuerzos para reducir el nivel de gases de efecto invernadero, que tienen una acción directa sobre el calentamiento global, así como tratar de poner remedio a la contaminación ambiental, son aspectos clave para garantizar el futuro de la Tierra.

No está en juego sólo la sostenibilidad del planeta. También el devenir de las próximas generaciones. En ese contexto, las políticas para paliar el cambio climático no pueden esperar más: cambios pequeños en la temperatura podrían provocar auténticas catástrofes ambientales, con el deshielo de los polos, la subida de las aguas e inundaciones en regiones del planeta.

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La NASA, concienciada de las posibles consecuencias del cambio climático, se puso hace unos años a la obra.  Una misión espacial sería la encargada de investigar las fuentes que emiten dióxido de carbono desde el espacio. También tendrá que explorar cuáles son las regiones del planeta capaces de absorber este gas.

Para lograrlo, diseñaron el proyecto Orbiting Carbon Observatory (OCO). Y en 2009 tuvo lugar el lanzamiento del primer satélite, perdido en el espacio. Aquel fracaso no desanimó a los investigadores de la agencia espacial estadounidense. El segundo intento de la NASA, denominado OCO-2, ha sido enviado al espacio con éxito.

La iniciativa ha sido liderada por científicos del Jet Propulsion Laboratory en Pasadena (California). Su idea surgió estimando la cantidad de dióxido de carbono que se emite en la Tierra, puesto que es uno de los gases más importantes con peligrosos efectos sobre el clima. De hecho, de cada millón de moléculas del planeta, 400 son CO2, por lo que resulta importante analizar la distribución geográfica de su emisión.

El observatorio OCO-2 orbitará a algo más de 700 kilómetros de la superficie, y sus resultados serán comparados con los obtenidos por otras misiones, tales como JAXA Global Change Observation Mission o CALIPSO, ambas de la propia NASA. El nuevo proyecto cuenta con un satélite de más de 400 kg, y su lanzamiento, tras los fallos en el OCO-1, desde base de Vandenberg, ha sido considerado un éxito.

45 días después del despegue, OCO-2 comenzará a trabajar en el espacio. Gracias a su actividad, podremos «cartografiar» la emisión de dióxido de carbono, y a principios de 2015 podrían publicarse los primeros resultados. Cada día, el observatorio realizará más de 100.000 mediciones individuales, por lo que la modelización matemática será imprescindible para frenar el cambio climático.

Imágenes | NASA, Marion (Pixabay)

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