Científicas y el efecto Matilda

El 11 de febrero se celebró el Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia. La mujer en las STEM (carreras de ciencias, tecnologías, ingenierías y matemáticas, por sus siglas en inglés) sigue infrarrepresentada, pero desde varios sectores se trabaja para cambiar este panorama.

Si las posiciones de mando en el mundo empresarial tienen poca representación femenina, el mundo de la ciencia no ofrece una situación distinta.

El pasado 7 de febrero se presentaba el informe Científicas en Cifras 2015, que lleva 10 años realizándose, y examina la presencia de la mujer en la carrera investigadora y en las convocatorias de ayudas de I+D+i, elaborado por la Unidad de Mujeres y Ciencia del Ministerio de Economía, Industria y Competitividad.

Así, según recoge el informe, “en la carrera investigadora académica, la representación de las mujeres en la categoría de mayor rango continúa siendo baja, con sólo un 21% de mujeres catedráticas en la universidad pública española, porcentaje que se sitúa en la media europea”. Estas cifras se dan a pesar de los planes de igualdad de género vigentes, presentes en el 74% de las universidades públicas y en el 88% de los organismos públicos de investigación.

Es en los puestos de mayor responsabilidad donde más desigualdad se aprecia, donde la presencia de mujeres es más escasa. Sin embargo, al bajar de rango el informe arroja más esperanza, ya que las cifras aumentan: el porcentaje de investigadoras se mantiene desde 2009, con un 39% de mujeres, frente a un 33% en el resto de Europa.

Aunque es complejo determinar el porqué de estas cifras, aún bajas, Carmen Vela, secretaria de Estado de I+D+i, señala las barreras sociales que la mujer se sigue encontrando en estas carreras profesionales, y recordaba que el entorno debe favorecer la promoción de las mujeres.

La falta de representación, como ya alertan algunas voces, podría tener serias consecuencias en el diseño y creación de ciudades, infraestructuras, comunicaciones, e incluso gobiernos del mañana.

Hoy en día contamos con políticas de igualdad que velan por la justicia para con las mujeres, no sólo en el ámbito de la ciencia y la investigación, como arroja el Científicas en Cifras, sino en el ámbito laboral en general, pero, como ya es sabido, no siempre ha sido así.

11 de febrero, Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia

De hecho, lo que muchas científicas han padecido en su carrera han sido trabas, zancadillas y despropósitos. Para recordarlas, y para seguir trabajando por una igualdad de facto, la Asamblea General de las Naciones Unidas proclamó en el 2015 el día 11 de febrero como el Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia.

Esta “invisibilidad” de la mujer en la ciencia es un fenómeno que tiene hasta nombre: el “efecto Matilda”, identificado por la historiadora de la ciencia Margaret W. Rossiteren 1993, y denominado así en honor a Matilda Joslyn Gage, sufragista que denunció este fenómeno.

Este efecto causaría que a un científico, por el mero hecho de ser mujer, el sistema de recompensas de la ciencia le beneficiara menos (o nada) que a sus homólogos varones, y recibiese menos reconocimientos, llegando incluso a la negación de autoría.

Científicas bajo el efecto Matilda

Jocelyn Bell Burnell: esta astrofísica irlandesa descubrió, antes que nadie, la radioseñal de un púlsar (estrellas que emiten radiaciones intensas a intervalos cortos y regulares) mientras realizaba su tesis doctoral en el equipo del astrofísico Tony Hewish. Adivinad cuál de los dos científicos recibió el premio Nobel por este descubrimiento que Jocelyn realizó. Exacto. Tony Hewish.

Científicas y efecto Matilda

Lise Meitner: Meitner ha sido otra de las víctimas del efecto Matilda, pero además también fue víctima del antisemitismo. Nacida en 1878 en el seno de una familia judía en Viena, Meitner se especializó en Física, campo en el que obtuvo su doctorado con calificación summa cum laude en la Universidad de Berlín. En 1938 tuvo que abandonar esta institución debido a las leyes antisemitas, viéndose obligada a refugiarse primero en Suecia, y luego en Inglaterra. En 1939 explica, en un artículo publicado en la revista Nature, el fenómeno de la fisión nuclear, que estudió junto a su colega Otto Hahn. Nuevamente, ¿quién se llevó el premio Nobel? Hahn. Sólo Otto Hahn. Meitner abogó toda su vida por un uso pacífico de la energía nuclear, y su oposición a la bomba atómica fue férrea.

Rosalind Franklin: Franklin fue artífice de muchas investigaciones que hoy nos ayudan a comprender la estructura del ADN. Tras doctorarse en Cambridge, Franklin pasó tres años en laboratorios de París y Londres. Allí en Londres fue donde cruzó su camino con Maurice Wilkins. Franklin, a quien Wilkins confundió por asistenta por el mero hecho de ser mujer, comenzó a trabajar en el proyecto de Wilkins, que había estado meses inactivo. Entre 1951 y 1953, Franklin estuvo muy, muy cerca, de resolver la estructura del ADN. Cuatro años después del fallecimiento de la genetista, Maurice Wilkins recibió el premio Nobel en 1962 por el modelo de doble hélice de ADN. El debate sobre el reconocimiento que se le debe a Franklin aún continúa.

Marie Curie: Marie Curie, Maria Sklodowska, fue la muestra perfecta de que en equipo funcionamos mejor. Desde muy joven, sintió inclinación por las matemáticas y la física, aunque las trabas que tenía la mujer por aquel entonces para acceder a la educación, sumadas al hecho de que su familia no tenía recursos económicos, hizo que Curie se enfrentara a numerosas dificultades, siendo la emigración una de ellas. En París, donde se mudó, conoció a Pierre Curie, a quién acudió para que la orientara con uno de sus estudios.

El cómo siguió esta relación es ya conocido por todos. Pero lo que quizás no es tan sabido es que Pierre abandonó su propio trabajo para centrarse en el de su mujer, sobre el descubrimiento de dos materiales altamente radiactivos, el polonio y el radio. Tras la obtención del primer premio Nobel, que quiso compartir con su marido, en 1903, así como con Henri Becquerel, en 1911 recibió su segundo Nobel. Por aquel entonces, muchas voces preferían premiar sólo a Becquerel y a Pierre. De hecho, sólo él fue nombrado catedrático en La Sorbona tras el reconocimiento de la academia sueca (tras el fallecimiento de Pierre, Marie consiguió la cátedra no obstante). Tampoco fue admitida en la Académie des sciences, quien en su lugar aceptó a Édouard Branly, con infinitos menos méritos que la científica polaca.

Además de haber ganado dos premios Nobel (algo de lo que sólo pueden presumir 3 personas más en la Historia) Curie también desarrolló una importante labor humanitaria durante la I Guerra Mundial, creando ambulancias radiológicas (conocidas como “petites Curies”) que pudieran llevarse al frente y detectar así fracturas, daños en órganos, u objetos extraños dentro de los cuerpos de los heridos. Formó a 150 técnicos en rayos durante la guerra.

María Teresa Salazar: las españolas también han sufrido el efecto Matilda en carne propia. Salazar se doctoró con premio extraordinario en 1931, y obtuvo una plaza en la Facultad de Ciencias de la Universidad de Madrid. La dictadura franquista truncó su carrera como científica, al igual que la de su coetánea Piedad de la Cierva. Ambas se presentaron a unas oposiciones a catedrático de la universidad. El tribunal prefirió dejar la plaza desierta a otorgarla a una mujer, según recoge la catedrática de Química Inorgánica en su libro SABIAS. La cara oculta de la ciencia.

Estas son solo algunas de las víctimas de la discriminación (consciente o no) que han padecido las mujeres en las ciencias, pero la lista podría extenderse ad infinitum.

Iniciativas para la igualdad

Para que no tengamos que seguir engrosando esta lista, y para que estudios como el Científicas en Cifras nos regalen cifras más equitativas, se están llevando a cabo numerosas iniciativas, tanto desde sectores públicos como privados.

La Universidad Rey Juan Carlos es uno de los organismos que ha querido sumarse a la jornada del 11 de febrero, rindiendo homenaje con una galería a los diversos equipos de investigación y laboratorios compuestos por mujeres. Esta visibilidad es fundamental para que las niñas y jóvenes tengan referentes, figuras a las que admirar.

Fichar talentos, potenciar y mentorizar las vocaciones en las STEM (carreras de ciencias, tecnologías, ingenierías y matemáticas, por sus siglas en inglés) de las más jóvenes fueron los objetivos que el programa Stem Talent Girl Burgos se propuso.

Las niñas, de 3º y 4º de la ESO, participarán además a lo largo de todo el curso en los encuentros con científicas organizados en el marco del Women’s Age, programa organizado por Telefónica Open Future_, donde la mujer emprendedora en el ámbito de las STEM es la protagonista. El Women in Data Science y las jornadas Women’s Age son sólo alguno de los actos englobados en el programa.

Google, con su programa Made with Code, es otra de las entidades que promueve las STEAM, en concreto la programación, entre las más jóvenes.

Matilda, muy pronto, podría dejar de ser un pernicioso efecto para convertirse en el nombre de la futura premio Nobel.

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