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Drones para descubrir los secretos de la ballena boreal

En un proyecto para estudiar la ballena boreal en su hábitat los drones han cumplido una función clave, ofreciendo ventajas en comparación con el uso de barcos y otros medios.

La ballena boreal es uno de esos animales que hasta hace poco habían pasado prácticamente desapercibidos para la zoología. Es probablemente el gigante más desconocido de la fauna del planeta. A esta especie de cetáceo, a la que también se conoce como ballena de Groenlandia, se le atribuían los rasgos que son comunes en otros animales del mismo género. Sin embargo, en los años 90 se encontraron algunas pistas en ballenas vivas que daban a entender una cosa: algunas asunciones sobre esta especie estaban equivocadas.

En aquellos años se descubrieron en ballenas vivas restos de arpones que databan de finales del siglo XIX. Solo había que echar cuentas. Aquellos animales llevaban vivos desde hacía más de 100 años, lo que superaba con creces la esperanza de vida que se les atribuía. A partir de ahí se ha acentuado el estudio de estos cetáceos, quienes por cierto ahora se sabe que llegan a vivir hasta 200 años.

La Universidad de British Columbia, en el oeste de Canadá, ha llevado a cabo una investigación para profundizar en el conocimiento que se tiene de estos animales. Y ha empleado drones para captar imágenes de las ballenas en su hábitat, concretamente en la enorme bahía de Cumberland Sound, en el ártico canadiense.

Los dispositivos aéreos han servido para tomar fotografías y vídeos en alta calidad durante el periodo de cría, en verano. Se trata de un material más preciso que el que se obtenía hasta ahora, grabando desde barcos o desde aviones pequeños. En este caso los drones permiten acercarse más a los animales, de manera que se puede observar mejor su comportamiento y sus actividades sociales.

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Los investigadores se quedaron impresionados ante los vínculos sociales que demostraron las ballenas. Nadan con frecuencia de forma coordinada y no es extraño verlas restregarse y buscar el contacto físico entre ellas.

La principal ventaja que tienen los drones respecto a la observación desde un barco es que este no puede acercarse mucho a los cetáceos sin interferir en su actividad natural. En cambio, los dispositivos aéreos se llegaron a colocar a una distancia de tan solo 12 metros sin que el animal se mostrara inquieto. Con un bote la distancia máxima de aproximación podría ser de unos 100 metros.

El método que siguieron los científicos era acercarse desde un barco a una distancia prudencial y a partir de ahí sacar los drones a volar. El equipo se encontró con dificultades en lo que respecta al funcionamiento de los drones, especialmente por las bajas temperaturas. Y es que el rendimiento de la batería empeora, con lo que cada 15 minutos había que volver al barco para reemplazarla.

Imágenes: thomasswilliams y Wikipedia

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