La final de la Champions: entradas falsas a precios astronómicos

La final de la Champions League trajo oleadas de ventas clandestinas de falsas entradas en la reventa. Quizás con Alise Devices no hubiese ocurrido así.

La final de la Champions League, el torneo de fútbol más importante de Europa, se convirtió el sábado 24 de mayo en un acontecimiento histórico, al disputarse por primera vez entre  dos equipos de la misma ciudad. Real Madrid y Atlético de Madrid se enfrentaron en el Estadio da Luz ante más de 60.000 espectadores. Un acontecimiento único, con aforo limitado y en el que los seguidores están dispuestos a pagar lo que no tienen para participar de la historia en directo: estas son las tres características que convierten un evento en el caldo de cultivo idóneo para todo tipo de estafadores.

El auge del comercio electrónico, las webs de anuncios, y la mayor sofisticación de los falsificadores con acceso a tecnologías más o menos complejas, han propiciado todo tipo de timos y prácticas fraudulentas.

En la web, uno de cada tres anuncios relacionados con las entradas para la final correspondía a un aficionado. Ofertas que incluían hasta un BMW 320 por 2 ó 3 localidades. En las páginas de anuncios, particulares y empresas intermediarias como ticketbis.com o Tengoentradas.com ofrecían entradas cuyos precios superaban los 20.000 €. Un negocio muy lucrativo teniendo en cuenta que la UEFA puso a la venta las entradas oficiales y nominativas entre los 70 y los 390 €.

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Quienes quisieron protegerse ante las posibles consecuencias legales de la reventa, ofrecían cualquier tipo de producto por el precio marcado con dos entradas de regalo como por ejemplo dos fundas de iPad por 3.500 € cada una con sus correspondientes entradas de regalo. Sin embargo, más allá de la ilegalidad de la práctica de la reventa, el comprador está expuesto a todo tipo de fraudes, puesto que la mayoría de las entradas que se anuncian en la web ni siquiera existen.

Algunos de los más reconocidos expertos en ciberseguridad, como Chema Alonso, ya se han dado cuenta de que los usuarios no son expertos en informática ni en seguridad y que son los perfiles tipo Penny los más expuestos ante estafas. Por esta razón se han esforzado por crear herramientas aptas para no expertos, protegiendo en Internet a todos los perfiles de usuarios. Pero en el caso de los productos físicos, como las entradas para la final de la Champions League, ¿cómo puede un aficionado saber si la entrada que le venden es auténtica?

En Portugal, tras la resaca de la celebración, desayunaban con la noticia de que la Policía de Seguridad Pública (PSP) había identificado 45 minutos antes del partido a más de media centena de aficionados que pretendían acceder al Estadio de la Luz con entradas falsas. En el pasado se han dado casos en los que las entradas falsas se habían confeccionado con papel original robado. Se traba de copias de “una gran calidad y totalmente similares a las verdaderas”, como reconocía el inspector jefe de Glasgow en 2003 con motivo de la final de la Copa de la UEFA en Sevilla.

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Y es que a pesar de las nuevas tecnología de trazabilidad que permiten la lectura instantánea a distancia, de los controles de seguridad y los códigos QR, de que un evento de semejantes dimensiones puede gestionarse hoy de forma mucho más eficiente que hace unos años… las entradas son físicas y los aficionados que las compran corresponden a perfiles muy variados.

Si atendemos a las medidas de seguridad visuales que incluyen este tipo de documentos, lo más probable es que su autenticidad venga garantizada por un holograma, en lo que al usuario final como inspector se refiere. El resto de códigos, numeraciones y medidas encubiertas van destinada a los inspectores expertos y a la protección de la organización.

Los hologramas fueron una tecnología única y absolutamente efectiva desde su aparición en los años 70 hasta hace poco más de una década. Cerca de 30 años de reinado que acabaron con la madurez de la industria y las réplicas de gran calidad procedentes de China. Si bien esta tecnología se ha ido sofisticando, los más avanzados elementos holográficos (multicapa, de volumen, con nanopartículas…) pierden el foco en la protección del usuario final para convertirse en pruebas forenses en demandas contra la propiedad intelectual.

A esta ausencia de medidas seguras y fáciles de verificar por los consumidores, hay que añadir la escasa difusión que se les da, jugando la educación del consumidor un papel esencial en la efectividad de las medidas anti-falsificación. Si bien el panorama parece desalentador para los compradores no expertos, existe una solución única y efectiva que ya está disponible comercialmente de la mano de Alise Devices, una startup de Wayra España.

Se trata de una tecnología absolutamente revolucionaria en el sector de la seguridad, protegida por patente internacional y desarrollada por un grupo de cinco investigadores durante más de cuatro años en un centro de I+D de la Universidad Politécnica de Madrid. Carlos Carrasco, CTO de la compañía nos explica en qué consiste su solución:

“Lo que a simple vista es un plástico vulgar y corriente, es en realidad un material inteligente. Cuando exponemos el material transparente a la luz que emite cualquier pantalla, aparecen imágenes hasta entonces ocultas, muy claramente reconocibles. Las imágenes grabadas en cada cara del material son diferentes, y no hay interferencia entre ellas en el proceso de visualizado. ¡Es magia!”

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Según Beatriz Cerrolaza, CEO de Alise Devices, la tecnología reúne todas las características para proteger al usuario no experto: es muy fácil de verificar, sólo necesitas un dispositivo de uso cotidiano como un móvil o una tablet. Cuando se la enseñamos a los niños se pasan horas jugando con la lámina mágica delante de todas las pantallas que encuentran. Y además es infalsificable.”

El complejo proceso de fabricación multietapa se mantiene bajo secreto industrial. Consiste en la combinación de múltiples técnicas nunca antes empleadas en el sector de la seguridad que además no están accesibles comercialmente para los falsificadores. La tecnología se desarrolló en un centro provisto de cámara limpia y todo tipo de equipos muy sofisticados, que garantizan un altísimo grado de resistencia ante copias e imitaciones.

“Además de ser la solución más segura en el mercado, tiene un gran potencial estético e invita al consumidor a prestar atención. Podemos adaptarnos a la imagen de cualquier marca o producto y es una poderosa herramienta de marketing y comunicación”, nos cuenta Beatriz Cerrolaza.

En Alise Devices ya están validando las pruebas de integración en pilotos con varias marcas nacionales e internacionales y prevén que a finales de año podremos ver su solución en el mercado. Quizá con esta nueva tecnología no vuelva a darse el caso de tantos aficionados que haciendo un esfuerzo económico viajaron hasta Lisboa para quedarse a las puertas del recinto por haber adquirido una entrada falsa.

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