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Internet de tus cosas: cuando la fábrica está en tu casa

Telefónica es un gigante con secretos (como cualquier gigante), pero hace dos días desveló uno de ellos. Al igual que otras muchas compañías, también tiene un espacio –garajes los llaman en California- en el que da rienda suelta a la creatividad y se convierten en realidad lo que en principio son ideas. Ubicado en una céntrica calle de Madrid y en un espacio aproximado de veinticinco metros cuadrados, un equipo de gente joven –muchos enmarcados dentro del universo ‘tecnofreak’– y otro no tan joven trabaja para democratizar Internet de las cosas.

¿Internet de las cosas? ¿Qué es Internet de las cosas? La explicación se encuentra en la propia definición y básicamente se traduce en que los objetos pueden acceder a Internet y realizar acciones definidas por el hombre para obtener un beneficio.

Vayamos con un ejemplo práctico. ¿Cómo sabe el reponedor de la máquina de vending qué productos ha de reponer y cuándo? Sencillo: se lo dice la propia máquina, que cuenta con una tarjeta SIM como la de tu móvil que envía un mensaje con los productos que faltan. Pero la comunicación circula en ambos sentidos. Desde las oficinas también se puede preguntar a la máquina en cualquier momento la cantidad de productos que tiene en stock.

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Hasta ahora todo bien, pero al final el ‘pueblo’ disfruta de esta tecnología metido en la cintura de las empresas, que desarrollan productos en función de unos intereses que pueden o no coincidir con los del usuario. Ahí es donde entra Telefónica. En el laboratorio se trabaja para cambiar el concepto y que en un futuro cercano hablemos de ‘Internet de tus cosas’ y cualquiera pueda materializar lo que flota en su imaginación.

Así, el laboratorio dispone de todo lo necesario para entrar en él con una idea y salir con un producto debajo del brazo. Cortadoras láser, impresoras en 3D, circuitos electrónicos y Arduino, el módulo de comunicaciones GSM/GPRS –como hemos comentado trabaja con una clásica tarjeta SIM- desarrollado por Telefónica I+D que hace que los objetos se comuniquen y ejecuten tareas. Su precio se encuentra entre 60 y 80 euros, un coste, a mi juicio, muy razonable. Si a esto sumamos el descenso de precios de las impresoras en tres dimensiones, es sólo cuestión de tiempo que los laboratorios caseros sean una realidad.

Tampoco hay que preocuparse en demasía sobre el diseño de objetos si no controlas Autocad o un programa similar. Internet es un vergel en el que cada vez florece más esta clase de material. Ya sabes, a partir de ahora eso de ‘háztelo tú mismo’ será más sencillo.

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