La computación afectiva mide las emociones

La computación afectiva y la codificación de la emociones

Medir las emociones por medio de la tecnología ha dejado de pertenecer al ámbito de la ciencia ficción. De un equipo de investigación del grupo de computación afectiva del Massachusetts Institute of Technology (MIT), surgió Affectiva, una compañía fundada en 2009 por la profesora Rosalind Picard y la investigadora científica Rana El Kaliouby, que ha comercializado con éxito lo que denominan «tecnologías de la emoción». O lo que es lo mismo, un sistema automatizado de la plataforma de codificación facial con un sensor biométrico portátil.

Tanto es así que, tres años después, su proyecto ha recibido 12 millones de dólares de financiación a través de inversores privados para continuar midiendo las emociones humanas cuando, por ejemplo, vemos un anuncio o utilizamos el teléfono. Esto es posible gracias al desarrollo de una cámara web que rastrea los movimientos de los músculos faciales y de un sensor que puede discernir sutiles cambios eléctricos en la piel. Así es cómo funciona:

Frustrados, confundidos, aburrido o felices,  la computación afectiva traduce una comunicación gestual  teniendo en cuenta señales de nuestro cuerpo que antes se ignoraban (o desconocían) y que pueden aportar importantes datos e información relevante. Sus inventoras insisten en que no se trata de leer directamente las emociones y la intimidad de las personas, sino de reconocer patrones mediante las expresiones, que no son iguales para todos. Por ejemplo, para una persona fruncir el ceño puede ser síntoma de enfado o escepticismo, mientras que para otra solamente molestia por la luz directa. Cuanto más datos se reciben sobre las distintas emociones que se pueden sentir,  más precisa es la tecnología.

Las aplicaciones de esta tecnología son muy amplias en el campo del márketing. La agencia de investigación de mercado Ciencias Shopper la probó durante el ‘Black Friday’ estadounidense (Viernes Negro) para medir el seguimiento de las emociones en el momento de la compra. Pidieron a los participantes en las tiendas que llevaran una pulsera con el sensor y, a los internautas que accedían a través de la web, su permiso para que una cámara web registrara sus gestos durante la duración de la acción, en un esfuerzo por entender cómo las diferentes emociones pueden afectar al gasto. De ahí, se dedujo que ambos tenían niveles similares emoción y estrés, pero que aquellas personas que buscaron previamente los productos online antes de ir de tiendas se sentían menos nerviosas y más seguras y, sobre todo y muy importante, que gastaron un promedio de 400 dólares más.

Affectiva tiene previsto destinar los nuevos fondos para acelerar el desarrollo de las ideas emocionales en vídeo online, incluyendo anuncios, trailers, programas de televisión y películas. Además, pretenden que los usuarios puedan compartir fácilmente su experiencia emocional con amigos, familiares y proveedores de contenido para completar la escalabilidad y precisión de su traducción, lo que permitirá optimizar el contenido realmente relevante. ¿Estaremos ante nuevas formas de comunicación no verbales completamente informatizadas?

Imagen | FastCompany.

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