Naciones Unidas ha encargado 10.000 casetas Ikea para refugiados que se desplegarán en Iraq para atender las necesidades de los desplazados en el último año.
Hace algo menos de dos años Ikea anunció que había logrado construir un tipo especial de caseta, destinada a cubrir las necesidades básicas de los refugiados mejo que las tiendas habituales. El coste por unidad aún era alto, alrededor de 7.500 dólares, pero los ingenieros de la compañía confiaban en poder disminuir esta cifra hasta los 1.000 dólares una vez que las piezas se produjeran en masa. Una tienda cuesta como mucho 500 dólares.
Ahora la ONU ha visto la suficiente madurez al producto como para encargar 10.000 casetas Ikea, con el fin de atender las necesidades de parte de los 2,5 millones de desplazados durante el pasado año en Iraq. Previamente estos módulos se han probado con familias de refugiados en Etiopía e Iraq.
Las casetas Ikea para refugiados se llaman en realidad Better Shelter y su superficie habitable es de 17,5 metros cuadrados. Los módulos han sido diseñados teniendo en cuenta los principios de la compañía, con lo que cuentan con una serie de ventajas, como el aprovechamiento del espacio interior, la relativa facilidad de montaje y un embalaje inteligente para facilitar su transporte.
La logística se ha procurado simplificar al máximo. Para esto, cada caseta viene embalada en dos cajas que contienen las piezas, las herramientas necesarias para el montaje e incluso unas instrucciones, tal como ocurre con los productos comerciales de la compañía. Cada una de estas cajas está pensada para que cuatro personas pueden levantarla y moverla, mientras que los módulos pueden montarse en unas ocho horas por el mismo número de adultos.
El interior de las casetas Ikea para refugiados está preparado para resistir mejor que las tiendas el frío y el calor, así como tormentas y otras inclemencias del tiempo. Los módulos cuentan con ventanas para poder ventilar el habitáculo, el cual se puede dividir en compartimentos mediante cortinas. Asimismo, cada unidad tiene un sistema fotovoltaico, que permite recoger energía solar para generar electricidad de manera que se pueda encender una luz en el interior. El generador también cuenta con un puerto USB que podría servir para cargar dispositivos electrónicos.
La iniciativa es fruto entre la Fundación Ikea, la rama no comercial de la compañía sueca, el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados y un equipo de ingenieros pertenecientes al grupo Refugee Housing Unit, situado en Estocolmo. Los impulsores del proyecto tuvieron claro desde el principio la necesidad de compaginar dos factores: las necesidades de millones de personas de diferentes culturas, religiones y clima con una producción eficiente.
Imágenes: Fundación Ikea
