Le economía europea necesita una urgente digitalización

La economía digital está cada vez más presente en todos los sectores. Europa no es ajeno a esto, y ante la aún mayor penetración que está por venir, es fundamental que se tomen las políticas adecuadas para adaptarnos a este nuevo entorno

Hoy en día, estamos involucrados en un pleno proceso de digitalización que ya no diferencia entre la dimensión online y offline. Los esfuerzos de distinguir procesos físicos o digitales en una era caracterizada por el crecimiento ubicuo de la tecnología móvil y los terminales conectados a internet es una tarea inútil.

Para entender bien la situación actual, os presentamos algunas cifras:

  • Casi 3 mil millones de personas están conectadas a internet en la actualidad. Esto es el 43% de la población mundial total.
  • Existen más de 780 millones de hogares conectados con banda fija y existen 2.800 millones de accesos a banda ancha móvil.

La estimación de la evolución digitalización que va a tener lugar en nuestras sociedades es sorprendente. Para el año 2020 esperamos que:

  • El 90% de la población mundial de más de 6 años tendrá un teléfono móvil.
  • El 90% de las suscripciones móviles serán de banda ancha móvil.
  • La cobertura LTE excederá el 70% de la población total mundial.
  • El tráfico de datos móvil se multiplicará por 10.
  • Habrá 50 mil millones de “Cosas Conectadas”.

Es obvio entonces que la innovación digital está cambiando la manera en que las personas están en contacto, se mantienen al día, disfrutan, compran, comparten y aprenden. En concordancia, los negocios están también cambiando para poder captar todas las nuevas oportunidades que el mundo digital nos trae.

Este asunto vital para la sociedad europea, está generando espacios de debate a diferentes niveles y está involucrando todo tipo de partes interesadas. En la última Cumbre Europea sobre Internet de las Cosas (Internet of Things European Summit) se reunieron en Bruselas, más de 200 participantes, incluidos los actores claves de la industria. La dimensión de la industria IoT es enorme y cambiará definitivamente la manera en que producimos, hacemos negocios o vivimos el día a día los ciudadanos porque tendrá un impacto en todos y cada uno de los sectores. Sin embargo, Internet de las Cosas es un conductor de la Economía Digital. De este modo, en una aproximación comprensiva, deberíamos enfocarnos en construir el marco político adecuado para alcanzar todo el potencial de la economía digital en Europa.

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Desde nuestro punto de vista, existen diferentes asuntos a considerar. Primero y ante todo, necesitamos urgentemente unas reglas de juego iguales para todos a lo largo de la cadena de valor de internet, eliminando asimetrías regulatorias que existen hoy entre las telcos y las OTTs.

Segundo, debemos crear un ambiente emprendedor favorable y eliminar los costes del sistema regulatorio de las telecomunicaciones europeas. Al mismo tiempo, no podemos olvidar la perspectiva fiscal porque los europeos necesitan un programa fiscal para atraer las nuevas iniciativas TIC, y garantizar la equidad fiscal acordando un control adecuado de los beneficios generados en Europa por empresas no europeas.

Desde nuestra perspectiva existen otras dimensiones que tienen que llegar a ser parte de un programa político comprensivo:

  • La distribución del espectro necesario para fomentar una auténtica digitalización de la economía;
  • El apoyo a la creación de estructuras de mercado más eficientes a través de la consolidación de procesos de las operadoras;
  • El empoderamiento de la sociedad, lo que implica programas y planes coherentes de formación para la mejora de habilidades que ayuden a fomentar el emprendimiento digital.

Finalmente, tenemos que mencionar la privacidad y la ciberseguridad. Ambos asuntos son vitales para la sostenibilidad del ecosistema digital. El reto es enorme. Un ecosistema tecnológico que se mueve tremendamente rápido modifica los escenarios en los que un marco tiene que garantizar privacidad y seguridad, dejando, eso sí, espacio para la innovación y el espíritu empresarial.

Los próximos 20 años empiezan mañana. Por lo tanto, habilitar la digitalización de la economía europea es un asunto urgente.

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