Obras de ficción con Inteligencia Artificial

Imaginemos que en un futuro más o menos lejano el ganador del Premio Planeta fuera un robot. O que la autoría de los guiones de la serie de mayor éxito en España correspondiera a un software japonés programado con Inteligencia Artificial. El mundo de la creación literaria tampoco se quedará al margen de los avances que ya se están produciendo en otros sectores más vinculados a las nuevas tecnologías.

Hace unos meses, la editorial china Cheers Publishing publicó un poemario –una selección de 139 poemas– escrito a través de Inteligencia Artificial por Microsoft Little Ice, con el título “La luz solar se perdió en la ventana de cristal”.

Seguramente que a los amantes de la poesía no les diga nada este título, y mucho menos su “autor”, pero no cabe duda de que el citado poemario abre muchas interrogantes y pone sobre la mesa un interesante debate: ¿hasta qué punto una máquina y un algoritmo tienen capacidad para crear un mundo literario, mezclando los ingredientes que previamente haya puesto a su disposición el ser humano?

El talento, la imaginación y la creatividad de un poeta no pueden transmitirse a un robot, ni por arte de magia. Pero, sin embargo, el robot sí puede memorizar un gran volumen de información, como hizo Microsoft Little Ice. Un algoritmo se encargó de poner a su servicio miles de sonetos pertenecientes a distintas generaciones literarias. Con todo este material, el robot fue capaz de generar 10.000 poemas, entre los que se eligieron los 139 que luego pasaron a formar parte de ese libro de poesía.

Los promotores de la idea comprobaron después –mezclando los poemas escritos por Inteligencia Artificial y otros de autores de carne y hueso– que muchos lectores no eran capaces de discernir entre unos y otros. Es más, sólo una minoría admitía la autoría y la participación de un algoritmo en esa selección de poemas.

El paso siguiente, para echarle más sentimiento a los relatos –ya sean en verso o en prosa-, será encontrar la manera de sustituir la ayuda humana con programas de Inteligencia Artificial mucho más perfeccionados y con una selección previa de frases y palabras que enriquezcan los contenidos.

En definitiva, suplir de alguna manera la capacidad imaginativa y la sensibilidad de los humanos. Según los expertos, la clave en estos momentos radica en dotar al software de una mayor sensibilidad… Pero todo se andará.

Frente a los más escépticos, que defienden la imposibilidad de que una máquina pueda reemplazar a la mente humana en la literatura, comienzan a levantarse algunas evidencias, que ponen en cuestión sus argumentos.

Creaciones de Inteligencia Artificial

Incluso existen experimentos que demuestran que la Inteligencia Artificial tiene ya quien la escriba. En apenas unos días, una editorial rusa, Astral Spb, publicó una novela ajena a la intervención de una mente humana, aunque previamente su “autor material” recibiera recursos lingüísticos y herramientas narrativas de trece escritores, así como datos y perfiles de personajes, una trama, un tiempo y unas localizaciones en las que se situaba la historia.

Por lo tanto, el dilema sigue estando en cómo generar en las máquinas la capacidad de imaginación y los suficientes matices que enriquezcan el alma de los personajes. ¿Se podría hablar de creación literaria, si el texto narrativo se compone de informaciones y de extractos que previamente se han incorporado en un programa informático? Sin esa aportación previa, difícilmente tendremos en el futuro un Premio Planeta, y no digamos ya un Premio Nobel de Literatura.

La experiencia del ser humano, sus circunstancias vitales, nunca podrán ser equiparables a la acumulación de datos que puede absorber de forma física un robot. Sin embargo, eso no quita para que la colaboración entre máquinas y personas se vaya estrechando. Y para que, incluso, se puedan lograr obras de ficción realmente interesantes.

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