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El origami se abre paso en la robótica

Un equipo de científicos del Reconfigurable Robotics Lab de Lausana está desarrollando robots con forma de origami con el fin de crear máquinas capaces de adaptarse a diferentes tareas en ambientes desconocidos.

El mundo del origami (o papiroflexia) surgió en China entre el siglo I y el siglo II d.C. Rápidamente se trasladó a Japón, donde se ha convertido en un símbolo nacional.

Desde sus inicios, se vio como un arte. La manera de hacer dobleces en una superficie de papel con el fin de crear figuras supuso, incluso para la nobleza oriental, un medio y un propósito espiritual.

Formó parte de la sabiduría popular, llegando a ser incluso parte fundamental en ceremonias de alto rango. Aterrizó a occidente de la mano de la Ruta de la Seda y, con el paso del tiempo, se hizo común también en Europa y América. De hecho, uno de los exponentes más importantes en el mundo hispano del ámbito de la papiroflexia es Miguel de Unamuno. El famoso escritor y filósofo español introdujo en el ámbito hispano este arte gracias a escritos como el tratado de la cocotología.

Origamis robóticos

Desde el Reconfigurable Robotics Lab (RRL) de Lausana, un equipo de científicos liderados por Jamie Paik está investigando cómo crear robots capaces de adaptarse a diferentes tareas en ambientes desconocidos.

Para ello, se están desarrollando pequeños robots con forma de origami. Dichos prototipos están formados por sensores y microcomponentes con el objetivo de hacer que estas máquinas de reducido tamaño tengan la capacidad de moverse o incluso saltar.

Según Paik, lo más importante para ellos ha sido el hecho de que una simple hoja de papel sea el comienzo de algo mucho más grande. Es decir, gracias al propio papel, poder crear, en base a un mundo en dos dimensiones, un nuevo mundo en tres dimensiones.

Estos científicos, desde Lausana, también afirman que la entrada del origami como obra de ingeniería supone, a su vez, un nuevo nicho de mercado. Principalmente para temas relacionados con la aeronáutica aeroespacial, donde el coste de las piezas es muy elevado. Y gracias a estos pequeños robots podría implementarse una nueva gama de elementos de menor tamaño y a mejor precio.

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