Tertill, el robot que acaba con las malas hierbas del jardín

La familia robótica no para de crecer. Cada día aparecen autómatas nuevos, de distintos tamaños y con diferentes prestaciones, dispuestos a colaborar en las tareas del hogar. Sin embargo, faltaba encontrar el robot adecuado que saliera de la vivienda y se ocupara del jardín. Pues, problema resuelto. El ingeniero robótico Joe Jones, inventor de los Roomba y creador de la empresa Franklin Robotics, está a punto de comercializar una nueva criatura tecnológica dispuesta a acabar con las malas hierbas del jardín.

Antes de poner en manos de Tertill, como así se llama este innovador y “rechoncho” jardinero, el cuidado del césped y la eliminación de aquellas hierbas o plantas extrañas que se han colado en el mismo, conviene conocer con más detalle el funcionamiento del mismo.

Para empezar, hay que decir que este robot jardinero, creado por el padre de los aspiradores Roomba, se mueve con energía solar, es resistente a la lluvia y colabora con la protección del medio ambiente, al asumir los objetivos que hasta ahora estaban asignadas a los temidos y contaminantes herbicidas. También cuenta con unos sensores que le permiten detenerse sin ayuda de nadie, así como volverse a poner en funcionamiento él solito, cuando las labores de jardinería lo requieran.

Equipado con una batería y un panel solar que la va recargando, también dispone de múltiples sensores que facilitan su orientación y el reconocimiento de las hierbas malas que debe de cortar. Además, lleva incorporado otro dispositivo que le impide perder el equilibrio y también un sistema flexible de cuatro ruedas para moverse en terrenos irregulares o pedregosos.

Entre las funciones adicionales que podrán añadirse al robot jardinero, sus creadores apuntan la siguiente: poder transferir al móvil del propietario del jardín información sobre el estado de los cultivos y del suelo. Incluso, podrían llevar incorporado una especie de espantapájaros para ahuyentar a pájaros y otros animales que se alimentan y dan buena cuenta de esos cultivos.

Como es lógico, el nuevo asistente en trabajos de jardinería tiene algunos precedentes. En abril de este mismo año, Japón anunció un programa de ayuda al desarrollo rural, que intenta paliar las consecuencias del envejecimiento de la población dedicada a tareas el campo, y que incluye la incorporación de robots y vehículos agrícolas no tripulados. Lo que no explica el programa japonés son las consecuencias que a largo plazo puede tener la proliferación de estos “agricultores automatizados” en la estabilidad del empleo dentro del sector agrícola.

Otro robot jardinero, anterior al patentado por Joe Jones, aunque más costoso y complejo que éste, fue presentado en el mes de febrero por el ingeniero estadounidense Rory Aronson, con la particularidad de que, además de cuidar el jardín, puede ocuparse también del riego del césped y las plantas. La mayor pega de este invento es el precio: entre mil y cuatro mil euros. Sin embargo, el precio del robot jardinero de Joe Jones, según las estimaciones de los fabricantes, rondará los 270 euros y estará en el mercado antes de finalizar el año.

Pero, claro, también convendría valorar los resultados: comparar el jardín cuidado por el robot con el jardín atendido por un profesional de carne y hueso, con muchas horas de poda y riego a sus espaldas.

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