Problemas de los coches eléctricos

Tesla y los coches eléctricos: progresos, retos y problemas

El impacto de Tesla en la movilidad eléctrica está siendo grande. La presentación de su modelo de gama media Model 3 es solo el último de sus avances, que están arrastrando a toda la industria de la automoción.

La industria de la automoción está virando hacia los coches eléctricos y en esto Tesla está teniendo mucho que decir. Pese a ser un fabricante dirigido hasta ahora a un público reducido, como es el interesado en la gama alta, la compañía de Elon Musk ha dado un empujón para que los gigantes de Detroit o las grandes marcas europeas dediquen mayores recursos a la movilidad eléctrica. La tendencia ya se ha dibujado, pero esto no quiere decir que el nuevo método de propulsión tenga todo ganado.

El Nissan Leaf, el eléctrico más vendido hasta la fecha, se lanzó en 2010, con un precio que se encuadraba en la clase media y una autonomía de 117 km, según la Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos (EPA). En aquel momento era extraño encontrarse por la calle un punto de carga eléctrico. A mediados de 2012 Tesla lanzó su Model S al mercado, con un precio claramente indicado para el consumidor pudiente, y con una autonomía nunca antes vista en un coche comercial de su tipo (457 km según la EPA).

Un año después, a mediados de 2013, no era descabellado encontrarse con un Tesla en la zona de Silicon Valley –donde viven y trabajan muchos clientes potenciales del Model S, con buenos sueldos, amantes de la tecnología y de la sofisticación que promete Tesla como marca– y tampoco era raro ver puntos de carga en algunas sedes de empresas.

En el mercado estadounidense, en 2015, el Model S superó en ventas al resto de vehículos calificados como ‘de lujo’ (según la información de la propia Tesla). Pero su mayor éxito quizá es la instalación de puntos de carga eléctricos, empezando desde California y siguiendo con otros lugares de Estados Unidos, para después saltar a otros países. Tesla ha popularizado este modelo, en el que es el fabricante de coches eléctricos instala y gestiona los puntos de carga, en lugar de dejar que lo hagan terceros (seguramente mucho más perezosos), llevando a otras compañías, como BMW, a hacer lo mismo.

La idea parte de que son los fabricantes de coches eléctricos las empresas más interesadas económicamente en que haya puntos de carga, pues rentabilizar una estación de este tipo hoy en día es  mucho más lento –y menos lucrativo– que hacerlo con una gasolinera. ¿Por qué iba alguien a invertir en puntos de carga eléctricos? Tesla y otros fabricantes, sí, pero para vender coches.

En abril de 2016 Tesla ha dado un paso más en su carrera por normalizar los coches eléctricos. Presentó su Model 3, que pretende recoger todo el tirón de la marca Tesla y del Model S para traspasarlo a la gama media. Costará 35.000 dólares, tendrá una autonomía de 350 kilómetros y está previsto para 2017. No será el primero de su estilo. General Motors lanzará las primeras unidades de su Chevy Bolt –con unas características y precio similares– a finales de este año en Estados Unidos. Pero las expectativas que han despertado uno y otro modelo no son comparables.

Tesla Model 3

Tras ver la luz, el Model 3 ya tenía en su primera semana 325.000 reservas (una parte de ellas se habían solicitado incluso antes de la presentación del modelo). No son coches vendidos, pues las reservas consisten en un depósito de 1.000 dólares reembolsables, pero dan una idea del tirón como marca que tiene Tesla. En la Red abundan las comparaciones con Apple y con el iPhone. Y es que el fabricante está ganando adeptos que se asemejan más a fans que a clientes.

Tal vez no sea el fabricante más innovador, pero su estrategia para atacar el mercado le funciona para atraer público y está arrastrando a otros fabricantes, que con el Model 3 se ven en la tesitura de apostar por un eléctrico de gama media y buenas prestaciones o esperar: dos decisiones y dos riesgos distintos.

Retos y problemas de los coches eléctricos

Tesla tiene una serie de retos ante sí, tanto internos como de carácter general, a los que se enfrenta toda la industria naciente de los eléctricos. Los internos tienen que ver con sus finanzas y su rendimiento comercial. Y es que la compañía sigue perdiendo dinero y financiándose con deuda y venta de acciones. En el cuarto trimestre de 2015 arrojó  320 millones de dólares en pérdidas, un incremento sustancial respecto a anteriores periodos. Según apuntó Musk, es debido al desarrollo de los nuevos modelos. También añadió que prevé alcanzar la rentabilidad a finales de este año.

En todo caso es una situación delicada y es imposible saber cuándo se va a agotar la paciencia de los inversores. Una de las esperanzas para levantar el vuelo económico es la venta masiva del Model 3, pero para eso tendrá que llegar a tiempo (la compañía es conocida por sus retrasos en las fechas de lanzamiento) y convertir en unidades vendidas la expectación que ha generado.

Los problemas de los coches eléctricos en general se pueden resumir en uno: la necesidad de inversión. Hace falta mucho dinero para instalar puntos de carga y lograr una red extensa y continuada de estaciones. Y más inversión hace falta para poner los llamados ‘supercargadores’, que reducen el tiempo de carga considerablemente (en 30 minutos dan para casi 300 kilómetros de autonomía, para lo que un cargador normal necesitaría varias horas).

Si se llega al punto en que los coches eléctricos empiecen a ser masivos habrá otro problema, como son los cuellos de botella en los puntos de carga y los supercargadores. El pasado año Tesla ya envió una carta a sus clientes, pidiéndoles que no saturaran los ‘supercargadores’. Y es que si un conductor se encuentra a dos personas por delante en una gasolinera serán solo unos minutos de espera, pero en una estación de carga podrían ser horas.

Problemas de los coches eléctricos

Este es uno de los retos que tiene por delante la industria del coche eléctrico y tiene que ver con cambiar los hábitos de las personas. Se acabó llegar a la gasolinera, repostar e irse en dos minutos. Los puntos de carga no funcionan así y es difícil que los conductores renuncien a un hábito tan cómodo como es llenar el depósito en dos minutos para cambiarlo por esperar media o varias horas. Es cierto que en parte los coches eléctricos están pensados para que se carguen en las casas, por la noche. La web de Tesla incluye un calculador de cuánto te costaría llenar la batería, dependiendo de tu potencia contratada y tu tarifa. El problema aquí es que los eléctricos están sobre todo pensados para la movilidad urbana y en las ciudades mucha gente no aparca en un garaje donde se puedan instalar enchufes. (Distinta es la situación en Silicon Valley, donde abundan zonas residenciales de casas con sus correspondientes garajes particulares).

Incluso podría cambiarse el hábito de tener un coche en propiedad, símbolo de poder de la clase media desde mediados del siglo XX. Iniciativas como Car2Go (perteneciente al grupo Daimler) han apostado fuerte por el alquiler de pequeños utilitarios eléctricos en las ciudades.

En definitiva se trata de crear un entorno que permita a los conductores circular sin miedo a quedarse sin batería. El otro camino es incrementar la autonomía, una misión en la que muchos están poniendo de su parte, no solo en automoción, también la industria electrónica lleva tiempo detrás de un salto en la duración de la batería. Pero la tecnología de ion-litio se sigue resistiendo a grandes evoluciones.

Hace años que se preveían densidades energéticas de 300 Wh/Kg y aún no se ha llegado a esta cifra. La consultora Advanced Automotive Batteries estimó que la densidad energética lograda por Tesla era de 233 Wh/Kg. Su gigafábrica de baterías, construida en colaboración con Panasonic, está destinada a incrementar la producción y abaratar el precio de este componente, pero la mejora de la tecnología de ion-litio parece estancada.

Tampoco hay que olvidar que la llegada de los coches eléctricos se está planificando únicamente en el primer mundo. Las ventajas a nivel local, como la reducción de la contaminación y el ruido en las ciudades o paliar la dependencia del petróleo, no trascienden las fronteras. Los precios de los vehículos son muy altos (y la instalación de puntos de carga, muy costosa) para que a los fabricantes les interese expandir esta tendencia a países con menos recursos.

Imágenes: Tesla y xlibber

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