¿El voto electrónico acerca la democracia 2.0?

Hans Kelsen fue un jurista y filósofo del derecho austríaco, que tras el estallido de la Segunda Guerra Mundial, dejó el continente europeo para comenzar a trabajar como profesor en la Universidad de Harvard, gracias al apoyo de la Fundación Rockefeller. Años más tarde se trasladaría a California para desarrollar sus trabajos de investigación más importantes, como la idea de crear un sistema de revisión constitucional, a través del cual podrían anularse todas aquellas leyes que fueran contrarias a la Constitución. Con estas ideas se crea en España el Tribunal Constitucional. Pero el aporte más importante de Kelsen fue su contribución como gran teórico de la democracia del siglo XX.

La democracia 2.0

Etimológicamente, el término «democracia» alude  directamente al «gobierno del pueblo» («dḗmos» puede traducirse como «pueblo», y «krátos» como «poder»). En su origen inicial, en la Grecia del siglo V a. C., el modelo que surgió en la ciudad de Atenas se estableció como uno de los primeros sistemas democráticos, en los que la soberanía residía de forma directa en el pueblo. En otras palabras, las decisiones son tomadas por todos los ciudadanos, como apoya el filósofo Rousseau en su obra El contrato social. Pero, ¿quién imagina un gobierno directo dirigido por millones de ciudadanos de forma simultánea? Hasta hace décadas, la única forma realista de desarrollar los sistemas democráticos se basaba en la conocida como «democracia representativa», en la que los ciudadanos elegían a quienes serían sus representantes en las Cámaras, y serían estos los que tomarían las decisiones de forma jerárquica.

En la actualidad, el imparable avance de las nuevas TIC ha llegado también al debate democrático. Y es que las ideas de Rousseau, gracias a la tecnologías, podrían hacerse realidad: conseguir la democracia 2.0. ¿Se imagina poder votar en un futuro a nuestros representantes políticos desde nuestro propio portátil? ¿Quizás participando en la elaboración de presupuestos del Ayuntamiento o en los referéndums sobre nuevas iniciativas legislativas desde casa?

La implementación de nuevas tecnologías podría mejorar nuestro sistema democrático, limitar el abstencionismo y conseguir un mayor grado de compromiso ciudadano en la política del día a día. No existe un único modelo de democracia participativa,  sino que hay varios modelos, tales como los desarrollados en Porto Alegre (Brasil), Kerala (India) o Villa el Salvador (Lima, Perú).

El mundo del deporte gana la carrera

En España, las federaciones deportivas y agrupaciones de clubes, a través del Consejo Superior de Deportes (CSD), se han puesto a la cabeza en la carrera por conseguir una mayor participación durante sus votaciones.  Para ello han desarrollado urnas electrónicas dotadas de pantallas táctiles, donde el votante puede visualizar sus opciones para, finalmente, decidir su voto. Mediante este novedoso sistema, pueden reducir costes al ahorrarse la impresión de papeletas, simplifican los trámites de gestión y logística asociados a cualquier proceso electoral (reduciendo el tiempo empleado en el recuento, por ejemplo), y además, promueven el voto entre personas minusválidas. El sistema se basa en la utilización de tarjetas SmartCard, que habilita a los votantes registrados en el padrón electoral, para realizar el voto electrónico.

m-Cognocracia: la llegada del voto electrónico

El economista Brys Carlos Roberto, de la Universidad Nacional de Misiones de Argentina, definió el término  «m-Cognocracia» como «un modelo de democracia participativa donde los e-ciudadanos construyen en consenso el conocimiento para formular las propuestas comunitarias, participan en la toma de decisiones de su gobierno y deciden por la mejor de las alternativas votando en el momento y lugar que prefieran a través de sus dispositivos de comunicación móviles en forma electrónica y a la vez remota». La utilización de este e-voto, como el que ha empezado a desarrollar el CSD en España, podría hacer real el sueño de Rousseau en el siglo XXI.

En Perú, a través de la Oficina Nacional de Procesos Electorales, se está implementando el voto electrónico, en el que e-elector puede votar sin acudir a la mesa electoral clásica. Entenderíamos esta segunda opción como la modalidad no presencial del voto electrónico, al contrario de la desarrollada por el CSD, en la que el votante ha de personarse en el colegio electoral para poder ejercer el sufragio a través de un dispositivo electrónico. El avance de las nuevas tecnologías permite que en la opción no presencial, como la peruana, la comprobación de los datos de identidad del elector y la emisión del voto ocurran desde cualquier ubicación geográfica o ambiente que el elector decida, siempre y cuando pueda acceder a través de Internet, telefonía, televisión interactiva u otros dispositivos.

Hace sólo unos días, Bolivia presentaba una iniciativa para implantar el sistema mediante el voto electrónico en las elecciones generales de 2014, tras la opinión favorable de la Presidenta del Tribunal Supremo Electoral. Quizás en un futuro, una vez superadas las reticencias al sufragio electrónico, relacionadas fundamentalmente con la privacidad y seguridad del voto, así como la existencia de la conocida como brecha digital en algunas regiones, que impediría el voto a las personas sin acceso a los puntos electrónicos de votación, podamos avanzar hacia una democracia en la que el voto clásico y el electrónico se complementen para aumentar la participación ciudadana en la vida política.

 Imágenes | Flickr, DonkeyHotey

 

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