Los retos de la Agenda Digital Europea 2020

La Unión Europea se ha marcado una serie de retos para el desarrollo de las tecnologías de la información y de la comunicación que están reflejados en la Agenda Digital Europea, cuyas metas deben cumplirse en 2020. Esto es lo que se ha establecido para mejorar las perspectivas futuras de los países miembros y del Viejo Continente en general. No sólo en lo que atañe directamente a Internet sino a otros aspectos fronterizos, como la innovación o la superación de barreras.

En mayo de 2010, la comisaria europea para la Agenda Digital Neelie Kroes asumió la tarea de coordinar esta hoja de ruta. Hay varios retos destacables en el documento (PDF) que hicieron públicos las autoridades europeas y que ahora están en proceso de llevarse a cabo.

Consolidar un mercado único digital

La Agenda Digital para 2020 tiene la ambición de exportar la unidad del mercado europeo de personas y mercancías al ámbito de Internet. Para ello es necesario establecer un área única para los pagos online y también uniformar la prestación de servicios. Especial hincapié se ha hecho en impulsar las descargas musicales. Esto tiene un componente simbólico, además de los beneficios para los usuarios y las compañías, ya que se trata quizá de la primera industria que ha sido llevada en volandas a la Red.

Hoy en día ya abundan los servicios de música por streaming, pero la oferta está fragmentada porque el prestador tiene que negociar en cada país con los propietarios de los derechos de autor. Lo mismo ocurre con los contenidos audiovisuales, aunque es más llamativo en el ámbito musical por el crecimiento más rápido de estas plataformas.

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En el establecimiento de un área única para los pagos online también queda mucho camino por recorrer. Son muchas entidades, locales o internacionales, las que están implicadas en este proceso. Sólo los impuestos de productos comprados a través de comercio electrónico en diferentes países ya varían de forma ostensible.

La protección de los usuarios no deja de ser una de las preocupaciones de la Unión Europea. Y aquí la ley es diferente en cada país. Sin embargo, hay directrices y reglamentos que tienen la intención de crear un marco común, que sirva de referente y de límite a las empresas.

Conexiones rápidas y ultrarrápidas

Un Internet a alta velocidad cada vez se hace más necesario para los usuarios. Si hace unos años la navegación habitual entre páginas web era lo que más ancho de banda consumía, ahora han entrado nuevas actividades en escena. Y son actividades que consumen mucho tráfico de datos. Los servicios de vídeo on demand que ofrecen contenidos en alta definición o las videoconferencias suponen una carga que sólo pueden aguantar líneas amplias.

La UE se ha dado cuenta de la necesidad existente y la Agenda Digital Europea la recoge, estipulando que la velocidad de conexión mínima de los ciudadanos europeos tendría que ser de 30 Mbps en 2020. Añade, además, que al menos un 50% de la población deberá tener acceso a tasas de transferencia de 100 Mbps. Para lograr este objetivo, las autoridades quieren estimular la inversión pública y privada en las redes. Sólo de esta forma se podrán incrementar sensiblemente los niveles actuales.

La Agenda Digital Europea pone como ejemplo Corea del Sur y Japón, líderes en velocidad de conexión, y también en innovación a nivel mundial. El documento relaciona esta virtud, así como la creación empresarial con una infraestructura de redes rápidas. Algo que ya han comprobado en Kansas City, ciudad que acoge el proyecto Google Fiber, y otras ciudades con iniciativas por el estilo.

Pero si las redes ultrarrápidas funcionan como un imán para las empresas y como un fertilizante para la creación de startups, los niveles europeos aún están muy por debajo, sobre todo en regiones menos pobladas, como el campo. Los esfuerzos combinados de los operadores y las entidades públicas serán los que cumplan los objetivos en este ámbito.

Los beneficios surgen de la innovación

Entre las metas fijadas por la Agenda Digital Europea está la de dar impulso a la investigación y de ahí producir la innovación tan necesaria para el desarrollo. La estimulación de un tejido inversor es básica para lograr este objetivo, pues se trata de que se lleven al mercado todas las buenas ideas capaces de aportar productos y servicios de valor.

El documento hace notar que los niveles de inversión en investigación para tecnologías de la información y comunicación es menos de la mitad en Europa que en Estados Unidos. Para mejorar la situación es necesario reducir los esfuerzos fragmentados y aumentar el grado de coordinación. Este aspecto se conecta con los beneficios que puede ver la sociedad de su inmersión en el mundo digital.

Existe una oportunidad de modernizar los servicios a los ciudadanos, incluidos los del campo de la salud. Las autoridades europeas también se han fijado como objetivo expandir el acceso a estos servicios a través de la Red. Aún queda camino por recorrer para esto. Es necesaria la digitalización en una forma accesible de grandes cantidades de información y abrir múltiples procesos que hoy en día no se pueden tramitar por Internet. La estandarización de todas estas tareas también es algo que queda lejos de momento.

Perfilando el universo digital

Y hablando de estandarización, ésta es una de las prioridades de la UE. Unida a la interoperabilidad, esta característica se ha destacado como meta para lidiar con el gran mercado de dispositivos y aplicaciones existente. La Agenda Digital Europea quiere poner un cierto orden y hacer que todos estos productos pasen filtros comunes para garantizar una calidad mínima.

La seguridad y la confianza en las transacciones online también son un punto que la UE está tratando. Una de las medidas que ya se han llevado a cabo es la apertura del Centro Europeo contra el Cibercrimen, un organismo para coordinar las políticas de ciberseguridad y facilitar las operaciones contra amenazas en diferentes países.

La inclusión digital es otra de las tareas impuesta por la Agenda Digital Europea para 2020. Se trata de reducir las dificultades que tienen algunas personas, como los discapacitados o los mayores, para relacionarse con las nuevas tecnologías y así participar activamente de la sociedad, de la que cada vez se vuelca más a Internet.

Imagen:  eisenrah y  HolgerRings

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