carreteras magneticas

Volvo experimenta con coches autónomos en carreteras magnéticas

El fabricante sueco ha probado un sistema capaz de proporcionar una conducción autónoma sobre una carretera que integra sensores magnéticos.

Los coches autónomos son una tecnología incipiente, por el momento su presencia se limita al plano experimental, aunque existan algunas compañías que han anunciado planes para lanzar este tipo de vehículos al mercado. Sin embargo, no existe una sola aproximación en el desarrollo de estos sistemas. Google reveló en 2010 que su proyecto se basaba en la coordinación de tres pilares: Internet de las cosas, Big Data e información a tiempo real. Estos tres aspectos genéricos esconden una gran complejidad, pero Mercedes ya trabajaba en los 90 con otro enfoque.

La investigación que ha llevado a cabo Mercedes aproximadamente en los últimos 25 años, basada al principio en cálculos probabilísticos y computación paralela, le ha permitido a la compañía introducir una tecnología de conducción autónoma en algunos de sus actuales modelos comerciales. Esta misma tecnología, reforzada con más sensores y cámaras, es con la que un prototipo experimental ha recorrido 100 kilómetros sin intervención humana.

En una entrevista, el CEO de Tesla Elon Musk también se desmarcaba de la tecnología de Google Cars, calificándola como demasiado cara y apostando por la suya propia. Anunció que en tres años podría estar listo el prototipo de conducción autónoma. Nissan, al igual que Mercedes, ha señalado que en 2020 lanzará un coche autopilotado, que seguramente siga su propio derrotero tecnológico.

En medio de este escenario la actual propuesta de Volvo es la más arriesgada, sobre todo por el nivel de infraestructura que requiere, lo que conlleva una gran inversión (y no sólo por parte del fabricante). La propia compañía ha admitido que se trata únicamente de un proyecto experimental sin visos de ver la luz. La marca sueca ha probado carreteras magnéticas para proporcionar una conducción autónoma a un vehículo, concretamente un Volvo S60 con una equipación especial.

carreteras magnéticas

Los investigadores colocaron dos filas de sensores en una carretera, con una formación orientada a delimitar el carril por el que se mueven los vehículos. El coche, por su parte, contenía sensores que medían con cuánta precisión y fiabilidad podía conocerse la posición del S60. Una de las cuestiones que tuvieron que resolver los ingenieros fue el desarrollo de sensores capaces de recibir datos a grandes velocidades.

En una primera prueba el coche tenía que recorrer 100 metros sembrados con 100 sensores magnéticos, que recogían la información procedente del vehículo. Rodando por debajo de los 72 km/h los dispositivos eran capaces de determinar la posición del coche con un margen de error de 10 cm. Posteriormente, las carreteras magnéticas lograron conocer la posición del automóvil con el mismo margen pero a velocidades que superaban los 145 km/h.

La ventaja de las carreteras magnéticas es que su rendimiento no empeora con las malas condiciones climáticas, como le ocurre a los sistemas electrónicos. Sin embargo, el coste es considerablemente superior. Fabricados masivamente, los sensores magnéticos costarían 109 dólares por unidad, lo que haría que la puesta a punto de un solo kilómetro de una autopista costara 24.405 dólares.

Imágenes: Volvo

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