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Drones: de los campos de batalla a los de cultivo

En la agricultura los drones están llamados a jugar un papel dinamizador, a medida que la tecnología se abarate.

En unos años los drones han pasado de tecnología militar, destinada a reconocer el terreno e incluso realizar ataques, al ámbito civil. Uno de los campos donde está previsto que tengan un impacto especialmente notorio es en la agricultura. Al igual que en el campo de batalla sirven para vigilar una determinada zona, en una plantación pueden monitorizar el estado del riego y las condiciones generales de la misma. Mientras otros a usos más fascinantes, como el programa que ha anunciado Amazon para llevar paquetes a través de estos vehículos no tripulados, aún no les ha llegado su hora, en el campo la introducción de estos aparatos sí es factible hoy en día.

La utilización de los drones en la agricultura está aún por llegar, pero ya se han hecho un buen número de pruebas, en algunos países como en Japón incluso han implantado masivamente sistemas apoyados por vehículos no tripulados. Los campos son uno de los ámbitos en los que más se está investigando. Cierto es que últimamente se ha potenciado el uso de drones para diferentes tareas de corte civil, como la identificación de patrimonio arqueológico, la prevención de desastres naturales mediante el control de volcanes y zonas de riesgo, así como la vigilancia de costas.

Entre todas las posibilidades que ofrece esta tecnología, el rendimiento agrícola tal vez sea el más destacado y también el uso más claro. Los drones en la agricultura servirán para incrementar la productividad, cambiando métodos que apenas han progresado en las últimas décadas.

Después de todo, en el mundo hay una necesidad acuciante: dar de comer a cada vez más gente. Para ello es fundamental aumentar la productividad de los cultivos que operan hoy en día, evitando las pérdidas por culpa de plagas y aprovechando mejor la intensidad que permiten algunas áreas. Otro de los beneficios que se cantan del uso de drones en la agricultura es el evitar el exceso de productos químicos en los cultivos, pues al monitorizar de forma más precisa el terreno se pueden prevenir las enfermedades, una opción menos artificial que eliminarlas.

Los vehículos aéreos no tripulados pueden guiarse de forma autónoma por GPS y enviar fotografías o imágenes en tiempo real sobre el estado de los cultivos. De esta forma se vigila la aparición de enfermedades, se controla el riego e incluso se mantiene lejos a las aves. Los drones también se pueden ocupar de arrojar fertilizantes o productos químicos para eliminar una plaga.

El despliegue de los drones en el mundo

Los cultivos tienden a hacerse más grandes, siendo el fin último un aumento de la productividad, un objetivo al que están destinados los drones. Con ayuda de la capacidad de procesamiento de datos que ofrece big data, se están probando nuevos sistemas en diversas partes del mundo. En Perú, una investigación de la Universidad Católica ha experimentado con el uso de esta tecnología para incrementar el rendimiento de la tierra y modernizar las técnicas agrícolas.

Sin embargo, en otros lugares el uso de drones está mucho más implantado. En Japón, un modelo fabricado por Yamaha se ha venido utilizando desde hace más de 20 años. En el año 2010, el 30% de los arrozales del país recibían los insecticidas desde el aire. En Estados Unidos se está utilizando tecnología similar, pero aún no hay un marco legal que la regule. Si esto se produce y según un informe de la Association for Unmanned Vehicle Systems International, el 90% de los usos civiles de los drones serán agricultura y seguridad.

Imagen:  millstastic

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