¿Escribirán robots los libros y la prensa del futuro?

La revolución industrial comenzó con el invento de máquinas capaces de sustituir a las personas y realizar su trabajo. La innovación tecnológica las ha perfeccionado hasta tal punto en que cada vez imitan con mayor eficacia procesos propios de seres humanos. Una de las cualidades que suele esgrimirse en última instancia, para decir que la inteligencia artificial nunca será igual a la de los humanos, es la creatividad. Pues bien, ya hay proyectos encaminados a rebatir este argumento.

Existen empresas que han desarrollado algoritmos para imitar la prosa humana. La industrialización de la escritura puede parecer ciencia ficción, pero está más cerca de lo que pensamos. Sitios web populares e influyentes, como Forbes, utilizan este tipo de servicios, mientras que otras publicaciones prefieren mantenerlo en secreto.

Estos algoritmos pueden escribir informes financieros de última hora, resúmenes de acontecimientos deportivos e incluso novelas. Kristian Hammond, cofundador y CTO de Narrative Science, defiende que en 15 años más del 90% de las noticias estarán redactadas por robots. Ésta podría ser considerada su afirmación más asombrosa si no hubiera dicho que el primer robot en obtener el premio Pulitzer lo hará en cinco años, contando desde abril de 2012. Que cada uno juzgue.

Cuando la lógica aprende a escribir

Lo cierto es que el algoritmo de Narrative Science ya está funcionando. Y no sólo eso, sino que la empresa explota comercialmente sus servicios, lo que da una idea del grado de optimización del software. La máquina lo único que necesita es información de calidad y a partir de ahí pone el pegamento.

Artículos e informes financieros o económicos constituyen encargos comunes, debido a la facilidad que tiene el software para procesar datos numéricos, filtrarlos y escribir en torno a ellos. Pero el algoritmo también escribe crónicas —sobrias, eso sí— de partidos de beisbol de carácter local. Es capaz de enviar un artículo relatando lo que ha ocurrido en el encuentro antes de que los jugadores se acaben de dar la mano.

El proceso de creación va más allá del desarrollo de un software. El algoritmo debe ser modificado dependiendo del tono que se le quiera dar al artículo, que puede ser exclusivamente sintético, con un contexto que le dé cierta profundidad o más adornado, de modo que transmita algo más que pura información.

La estructura del texto tiene que estar también predefinida de antemano. Pero una vez que se ajusten estas opciones se da la orden y la máquina genera un producto narrativo de valor. Los nutrientes para el texto no se ciñen a números sino que pueden ser tan variopintos como un montón de tweets, que permitirán hacer un análisis sobre un determinado tema.

Literatura creada por robots

Este tipo de algoritmos están preparados para escribir algo más que crónicas deportivas o resúmenes financieros.  La compañía ICON Group International dispone de un servicio de redacción automática que ha creado ya más de un millón de libros.

La mayoría se trata de títulos de no ficción, sobre temas específicos, pero también hay novela e incluso poesía. El programa está entrenado para imitar el pensamiento que hay detrás de una escritura. Para Phil Parker todo texto está redactado en base a fórmulas. A veces son más claras y en otras ocasiones cuesta más identificarlas, pero esto no quiere decir que no existan.

Los algoritmos pueden tardar dos o tres años en estar listos, pero una vez hecho este trabajo —en el que colaboran programadores, analistas y editores— es posible tener un libro escrito en 20 o 30 minutos. Según Parker hay géneros literarios en los que la fórmula de la narración está muy marcada.

De esta forma, la novela policíaca de la próxima década podría estar escrita por un algoritmo. Los best-sellers de la lista de The New York Times o la última historia que conmueva a lectores de todo el mundo también podrían ser productos elaborados por máquinas, en lugar de autores de carne y hueso.

Si en estos momentos está teniendo lugar la digitalización de la cultura existente, con el fin de facilitar su acceso y su conservación, estos programas van un escalón más arriba, comenzando la digitalización de la creación cultural. Aunque los fundadores de estos proyectos insisten en que la función de un autor que escriba contenido original no es reemplazable por los algoritmos.

Imagen | josef.stuefer

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