El proyecto europeo KiiCS surge para unir la ciencia, la tecnología y el arte. Su última gran demostración tuvo lugar en el Music Hack Day del festival Sónar de Barcelona, donde se habló de neurociencia.
La Comisión Europea aprobó el pasado año un proyecto comunitario de divulgación científica, en el que el objetivo principal se basaría en mezclar la investigación con el arte y la tecnología. Un reto, sin duda, ya que combinar estas disciplinas no se antojaba nada sencillo.
Entre los objetivos de esta ambiciosa propuesta, denominada proyecto KiiCS, se encontraban los siguientes fines:
- Incubar la ciencia, el arte y la tecnología a través de acciones multidisciplinares, en las que investigadores y artistas pudieran crear obras nuevas que mezclaran imaginación e innovación de forma simultánea.
- Diseñar actividades para atraer a las nuevas generaciones al mundo de la ciencia y la tecnología. De manera específica, el proyecto KiiCS tiene como principal público objetivo a los jóvenes de entre 14 y 17 años.
- Por último, presentar las propuestas más relevantes a potenciales inversores. Es decir, que no solo se trate de generar conocimiento y nuevas vías de divulgación, sino que se puedan crear oportunidades de negocio si las ideas de ciencia, arte y tecnología tienen la suficiente calidad e interés como para llegar al mercado.
Gracias a estas metas, y al diseño del proyecto, KiiCS no solo se centra en generar un punto de encuentro entre la ciencia, el arte y la tecnología. Decía Galileo Galilei que todas las verdades son fáciles de comprender una vez que se descubren, pero que el asunto era descubrirlas, por lo que esta iniciativa en realidad busca a medio plazo lanzar una nueva forma de enseñar y aprender. En otras palabras, como se diría en inglés, to think outside the box.
Incubar la ciencia, el arte y la tecnología
Cuando hablamos en investigación sobre incubar algo, irremediablemente se nos puede venir a la cabeza la escena en la que un científico cultiva en su laboratorio placas con bacterias o células humanas. Sea cual sea el cultivo celular del que hablamos, la cuestión es que los investigadores han de cultivarlo a la temperatura adecuada, para que así pueda crecer en el medio que utilicemos. Será entonces cuando podamos estudiar y analizar sus diferentes características y propiedades.
Algo similar ocurre con las ideas. Se trata de ponerlas en el ecosistema adecuado para que germinen, igual que si fueran semillas, con las condiciones óptimas, que en el caso de ser una planta, estaríamos hablando de parámetros como la luz, la temperatura o la humedad. En el caso de las iniciativas de frontera, en este punto de encuentro de ciencia, arte y tecnología, los factores varían en función de las propuestas realizadas. Pero lo que no sobra nunca, sin duda, es la creatividad y la capacidad de soñar.
Por este motivo, desde la iniciativa KiiCS se han lanzado nueve propuestas de actividades con el objetivo de incubar al máximo las ideas desde diferentes prismas. Por ejemplo, en el caso español, en la Universitat Pompeu Fabra de Barcelona se realizó un experimento en el que se mezclaba la neurociencia con la música.
Gracias a esta actividad, los jóvenes participantes pudieron, por ejemplo, imitar con distintos sonidos el momento en el que el robot Curiosity llegó a Marte. Como se puede ver en el siguiente vídeo, más de 300 alumnos de la capital catalana realizaron talleres sobre sonidos, ciencia y tecnología, en los que tuvieron que elegir 4 posibles escenarios científicos (la llegada de Curiosity, la selva amazónica, una ciudad del futuro o el paisaje neuronal).
A continuación, artistas e investigadores sobre ingeniería del sonido mostraron a los jóvenes cómo imitar la ficción sonora que se habían propuesto en los diferentes escenarios investigadores elegidos. Porque en el taller de Barcelona ese era precisamente el objetivo principal: reproducir con ruido un determinado ambiente científico.
Otras formas de mezclar la ciencia, el arte y la tecnología fueron diseñadas en diversas ciudades europeas, como en Dublín, en donde se debatió el futuro de las grandes ciudades. En otras propuestas, como la de Grenoble, se trató la movilidad urbana y la construcción de edificios inteligentes. Más relacionados con temas de la salud fueron los talleres organizados en Amsterdam o Ljubljana.
Innovar en la frontera
Como comentábamos antes, las mejores propuestas relacionadas con la innovación serán seleccionadas, durante los últimos meses del proyecto KiiCS, para fomentar y promover la ciencia. Estas iniciativas participarán en PICNIC, el festival de la creatividad y la innovación que tendrá lugar en Ámsterdam.
Pero hasta que KiiCS finalice, todavía hay tiempo para realizar propuestas originales, realizadas fuera de la caja. Con esta meta en mente, la organización de Barcelona decidió organizar la tercera edición del Music Hack Day de manera un tanto ‘diferente’, durante el transcurso del festival Sónar la semana pasada.
En un ambiente cargado de música, y en una jornada en la que se reunían decenas de hackers en la capital catalana para hacer sesiones non-stop de creación de aplicaciones musicales, la Universitat Pompeu Fabra decidió ir un paso más allá, y enlazar neurociencia con música. ¿Era posible?
En este evento satélite del festival Sónar, participaron más de un centenar de desarrolladores, diseñadores y artistas, con el objetivo de crear software, aplicaciones móviles, hardware y realizar diseño web en una competición en la que la columna vertebral era la neurociencia. Los hackers debían explotar su imaginación para dar con la idea más creativa que relacionara la música con el cerebro de una manera innovadora.
Así surgió, por ejemplo, Play Your Mood, una aplicación que ‘mide’ el estado de ánimo de una persona para a continuación seleccionar las canciones recomendadas. BlowUp fue la idea de unos hackers alemanes que plantearon un videojuego ambientado en la década de los ochenta y noventa, y controlado por el propio cuerpo. Los diferentes ritmos cardíacos o niveles de exhalación provocarán cambios en la forma en que nuestro personaje juegue. Estas son solo dos de las propuestas que surgieron solo hace unos días, como demostración de que sí se puede mezclar áreas tan distintas como la ciencia, la música y la tecnología.
Como conclusión, KiiCS emerge como una propuesta innovadora, donde la ciencia, la tecnología y el arte son mezcladas, para así poder incubar, crear y fomentar las ideas. Los ejemplos surgidos tras el Sónar en Barcelona son una buena forma de ver de manera directa los resultados de trabajar en las fronteras de estas disciplinas, lo que supondrá un impacto importante en la innovación.
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