Malware en terminales móviles

La evolución de los teléfonos móviles, Darwin y los pulgares

Los lectores que hayan tenido acceso a teléfonos móviles de finales del siglo XX, recordarán la carrera hacia la miniaturización de la industria por entonces.

En el móvil se produjo una paradoja en cuanto al aparentar y el presumir: era más quien lo tenía más pequeño, lo que choca conceptualmente con cualquier otro símbolo de estatus de nuestra sociedad: la casa más grande, el coche más grande…

Esta tendencia se vio rota con el primer iPhone, que, reconozcámoslo, en su momento nos pareció un ladrillo. De hecho, un iPhone sin activar recibía ese nombre incluso en Apple, “brick”, porque tenía el tamaño y utilidad de dicho elemento constructivo antes de activarlo. Y el proceso de activación se denominaba “to unbrick”, desladrillar.

Nuestra necesidad de clasificar y poner etiquetas lo categorizó dentro de la especie de los teléfonos móviles (ya que se podía hablar por teléfono a través de él), familia de los smartphones, de los que ya había algunos, pero eran al smartphone actual lo que el Homo Sapiens es al ser humano del siglo XXI. También a nivel de mercado competía en la misma liga que los teléfonos móviles, era un producto sustitutivo. Blanco y en botella. Pero ¿era el iPhone un teléfono móvil?

https://www.youtube.com/watch?v=-3gw1XddJuc

No es casualidad que la idea revolucionaria viniera de una empresa fabricante de ordenadores y no de los fabricantes tradicionales de terminales móviles. Si se hubiera abordado esta evolución desde la industria móvil, la situación en la que nos encontramos hoy en día habría tardado muchos más años en llegar, porque se habrían ido construyendo las nuevas funciones (como la navegación) sobre la función principal, que era la de hablar, y no se habría primado tan directamente el tamaño de pantalla. Sin embargo, al avanzar por el otro extremo de la evolución (la miniatuarización de los ordenadores), primaron la pantalla y la interfaz, haciendo imprescindible la pantalla táctil.

A día de hoy la voz ya no es la función principal, y no porque lo digan las estadísticas (que sitúan el hablar fuera de los 10 usos Top de un Smartphone), sino también por la forma en la se está produciendo la evolución de los terminales. Hay smartphones que vistos en la oreja se aproximan más al zapatófono de la famosa serie Agente 84 que a un teléfono móvil de principios del 2000. Seamos sinceros ¿nos hubiéramos puesto un Samsung Galaxy en la oreja en público en el 2002 por ejemplo? ¿Y hecho una foto con un iPad, al estilo de Moisés bajando del Sinaí con las Tablas de la Ley? ¿Qué le hubiéramos dicho a un amigo cuyo móvil no le cupiera en el bolsillo del vaquero en 2005?

smartphone-hands1 evolución de los teléfonos móviles

Y es que no fue el tamaño de nuestra oreja o de nuestro bolsillo lo que empezó a marcar el proceso evolutivo de los teléfonos móviles, sino las pantallas. Y ¿qué decidió el tamaño de las pantallas? El tamaño de nuestro pulgar. Las pantallas se fueron ampliando conforme la tecnología avanzaba (mejoras de las baterías, del cristal, de las pantallas táctiles) pero siempre en el margen de nuestros pulgares. Existen incluso estudios que analizan el grado de frustración que una persona con pulgares más cortos que la media puede experimentar en el uso de ciertos terminales móviles.

Después, con la introducción de un uso con las dos manos, los terminales siguieron creciendo sin preocuparse de los pulgares. Todos, salvo Apple. Es ya famoso el anuncio de Apple cuando lanzo el iPhone 5 criticando a la competencia en cuanto al tamaño de sus pantallas, y se ha hecho aún más famoso al lanzarse el iPhone 6 Plus que incumple el ‘sentido común’ que pide el anuncio.

A futuro, y desde mi punto de vista, la fase de ‘evolución por pulgar’ terminó hace un par de años, y dado el enorme consumo de contenidos audiovisuales, el sentido que está guiando la evolución ya no es el tacto, sino la vista. Y aquí desde luego no hay límites en cuanto a tamaño. Si tuviera que apostar por algo, lo haría por las pantallas plegables o enrollables táctiles, que pueden resolver las dos tendencias enfrentadas: portabilidad y mejora de pantalla.

Veremos lo que ocurre. Mientras tanto, hemos eliminado una de las paradojas que existía en esta evolución: el tamaño vuelve a ser un signo de estatus. Y eso que aún hay mercado para lo contrario: el fabricante Willcom lanzó hace un tiempo el teléfono más pequeño del mundo, el Phone Strap 2, de 32 gramos y del tamaño de una caja de chicles (32mm × 70mm × 10.7mm). Eso sí, sólo sirve para hablar… ¿es eso un teléfono?

Para los nostálgicos que hayan vivido la evolución de los móviles, les animo a visitar esta página y buscar esos modelos que han conocido y usado.

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