Un estudio de la Universidad de Washington muestra a través de simulaciones cómo se ve con un ojo biónico.
Los implantes de ojos biónicos han avanzado hasta un punto en que la tecnología ya permite dotar de una nueva visión a algunas personas que la habían perdido. En 2013 las autoridades que regulan el mercado médico estadounidense aprobaron el primer dispositivo de este tipo para su venta, el Argus II, preparado para tratar pacientes que tienen sobre todo retinosis pigmentaria, una enfermedad que causa la distrofia de algunas células de la retina. Gracias al implante, una persona puede recuperar visión pero nunca será lo mismo que tener una vista sana.
El Argus II, como otros dispositivos similares, está destinado a aquellos pacientes que por enfermedades degenerativas tienen deterioradas las células fotosensibles de la retina, como son los conos y los bastones. En la retina ocurre el proceso de conversión de las imágenes que captamos en señales eléctricas, que puedan llegar y ser entendidas por nuestro cerebro.
Por tanto un fallo en la retina supone cortar el proceso que nos permite percibir imágenes. Sin embargo, la retinosis pigmentaria o la degeneración macular, otra de las enfermedades que pueden combatir los ojos biónicos, no afectan a las neuronas con las que se conectan los conos y los bastones. Teniendo en cuenta que otras partes de la retina tampoco quedan dañadas, la tecnología tiende un puente mediante estimulación artificial para que las señales eléctricas alcancen las neuronas.
La visión no es la misma, claro. Los pacientes con un ojo biónico ven formas borrosas, con las líneas distorsionadas. Si un objeto se mueve muy rápido puede incluso desaparecer de su campo de visión. Esto es lo que ha podido mostrar una investigación de la Universidad de Washington, cuyo objetivo era simular cómo se ve con un ojo biónico.
Hasta el momento el método para saber cómo era el mundo a través de un ojo biónico eran simulaciones basadas en una red de puntos, cada uno de ellos producido por un electrodo. Los investigadores pensaron que se necesitaba un nuevo modelo para conocer mejor cómo se ve con un ojo biónico y su trabajo solo es un paso más, que deberá mejorarse en el futuro.
Y es que saber cómo se el mundo con un ojo biónico es importante en varios sentidos. En primer lugar para los pacientes. Una implantación de este tipo requiere una cirugía compleja y larga. No es un proceso sencillo ni agradable de experimentar, con lo que el resultado tiene que estar lo más claro posible para aquellos que se decidan a hacerlo.
En lo que respecta a los médicos, cuanto más informados estén mejor podrán aconsejar a sus pacientes, mientras que los investigadores tendrán la oportunidad de conocer más de cerca el resultado de su producto y discernir de qué forma pueden mejorarlo.
