¿Qué objetivo puede tener el hecho de cambiar una de las principales propiedades de uno de los metales más usados en la industria? Quizá el Titanic hubiese vivido otro destino de conocerse este material.
Un equipo de ingenieros y científicos rusos ha estado trabajando en la modificación de las propiedades del aluminio, al menos en la mejora de alguna de ellas para usos específicos en la industria de la construcción y la aeronáutica. Un proyecto similar que ya se ha estado trabajando en laboratorios de Japón, con la diferencia de que la versión asiática es completamente porosa.
En concreto, el equipo científico ha conseguido que este metal cuenta con una porosidad superior a la natural; lo cual le otorga la capacidad de ser mucho menos denso que el agua. La investigación se ha centrado en la creación de una espuma de aluminio que se añade al metal líquido durante su fusión con el aluminio.
Tradicionalmente, la porosidad de los materiales se ha empleado con el objetivo de aislar de forma acústica y térmica del exterior e incrementar la rigidez de los materiales o estructuras. En este caso, las propiedades estarían enfocadas a evitar que los objetos rociados con la espuma porosa se hundan. En otras palabras, haría insumergibles a los buques fabricados con este material: su menor densidad respecto al agua, explican, serían inmunes a los hundimientos incluso con agujeros en el casco. Siempre y cuando el agua no atraviese el material poroso.
El único «problema» que podríamos encontrar en ese nuevo material seria su grosor. Con un grosor medio de 1 mm o incluso menos, este material sería más que suficiente para muchas estructuras. Pero este es demasiado pequeño para la manipulación en muchos casos, provocando en el caso de los barcos el riesgo a la deformación de los cascos. Pero su capacidad de ser menos denso que el agua ayuda a que se mantenga el peso y la rigidez de la estructura en cascos mucho más gruesos.
La era de los barcos insumergibles podría estar a la vuelta de la esquina.
