Se suele decir que durante un curso escolar o universitario los profesores se deben adaptar a multitud de cambios. Esa frase, sin embargo, nunca había conocido un curso como este. A finales de noviembre, OpenAI liberó a todo el mundo ChatGPT. Una avanzada inteligencia artificial que, a través de su modelo de lenguaje, podía llegar a manos de cualquier con una conexión a internet. Y sí, eso incluye a millones de profesores y alumnos, ante los cuales se abría un nuevo mundo con la entrada de ChatGPT en la educación.
Desde aquel momento, el debate sobre cómo la IA puede ayudar o ser un lastre en los procesos educativos no ha cesado, y no tiene pinta de hacerlo a corto plazo. A un lado, opiniones de docentes que han abrazado este cambio tecnológico para bien. A otro, profesores que preferirían la restricción total de su uso para evitar plagios, falta de comprensión o un menor esfuerzo entre los alumnos.
Nosotros, puestos a buscar concordia, no se nos ha ocurrido mejor manera que preguntarle al propio ChatGPT. ¿Qué le dirías a un profesor que es completamente contrario a que tanto los docentes como los alumnos te usen en su labor educativa?
Esta es su respuesta sobre el uso de ChatGPT en la educación:
Si me encontrara con un profesor que es completamente contrario a utilizar herramientas de inteligencia artificial como yo en su labor educativa, le diría lo siguiente:
Respeto por la perspectiva individual: entiendo y respeto tu opinión sobre el uso de tecnologías como la inteligencia artificial en el ámbito educativo. Cada educador tiene su propio enfoque y preferencias pedagógicas, y es importante reconocer y valorar la diversidad de enfoques en la enseñanza.
Complemento, no sustituto: es importante destacar que herramientas como yo no buscan reemplazar a los profesores, sino complementar su labor. Mi objetivo es ser una herramienta adicional que pueda brindar apoyo y recursos en el proceso de enseñanza-aprendizaje.
Personalización y diferenciación: una de las ventajas de la inteligencia artificial es su capacidad para adaptarse a las necesidades individuales de los estudiantes. Puedo ayudar a proporcionar tutoría personalizada, ofrecer retroalimentación instantánea y adaptarme al ritmo de aprendizaje de cada estudiante. Esto puede ser especialmente beneficioso en entornos con una gran diversidad de habilidades y estilos de aprendizaje.
Enseñanza centrada en el pensamiento crítico: al utilizar herramientas de inteligencia artificial, se puede fomentar el desarrollo del pensamiento crítico y el análisis por parte de los estudiantes. Los profesores pueden aprovechar mi capacidad para generar preguntas desafiantes, plantear escenarios de resolución de problemas y fomentar la reflexión crítica.
Preparación para el mundo digital: vivimos en una era digital en constante evolución, y el uso de la tecnología es cada vez más importante en todos los aspectos de nuestra vida. Al familiarizarse con herramientas como la inteligencia artificial, los estudiantes estarán mejor preparados para enfrentar los desafíos del mundo laboral y social del siglo XXI.
En última instancia, la decisión de utilizar herramientas de inteligencia artificial en la enseñanza debe ser tomada por cada educador, teniendo en cuenta sus objetivos, valores y la naturaleza de su contexto educativo. Mi objetivo es ofrecer apoyo y recursos, pero respeto plenamente las preferencias y decisiones individuales en el uso de la tecnología en el aula.
ChatGPT no sería de los que se quedan callados delante de la pizarra.
Las puertas que abre ChatGPT en la educación
Para muchos, incluyendo voces tan referenciadas como la de Bill Gates, ChatGPT promete cambiar la forma en que enseñamos y aprendemos. Pero, como toda tecnología, también presenta desafíos y riesgos. Por ello, analicemos cómo ChatGPT puede ayudar a la educación, cómo se pueden realizar ejercicios con él en el aula, los riesgos de su mal uso y si funcionan sus detectares de plagio.
El ingente dataset que alimenta la herramienta de OpenAI puede ser de gran utilidad en el ámbito educativo, ya que puede responder preguntas de manera rápida y precisa y, sobre todo, ir respondiendo dudas conforme se le plantean. La contra: sus conocidas alucinaciones. Los momentos en los que se equivoca y puede ofrecer datos erróneos –algo que sin una doble verificación que ahora parece pasar sí o sí por una comprobación humana– hace que siempre sobrevuelen dudas sobre su respuestas.
Sin embargo, ese pero debe enfrentarse a lo mucho que puede aportar en contextos donde no siempre hay un profesor cerca. En muchos países en desarrollo ChatGPT puede acercar el conocimiento a miles de alumnos. Eso sí, convirtiendo la necesidad de una conexión a internet en algo primordial.
La propia UNESCO por ejemplo ya ha celebrado jornadas hablando de cómo esta tecnología puede transformar la educación en América Latina, especialmente en zonas rurales y países donde el acceso a la educación está completamente segregado por el nivel de ingresos.
Pero los beneficios de ChatGPT en la educación no quedan ahí:
- Personalización del aprendizaje: cada estudiante tiene sus propias necesidades y ritmo de aprendizaje. ChatGPT, por su propio funcionamiento conversacional, puede adaptarse a estas diferencias y ofrecer una experiencia de aprendizaje personalizada.
- Apoyo a los profesores en tareas como la elaboración de test, diseñar evaluaciones o automatizar tareas administrativas. Además, también puede servir como herramienta de consulta rápida o creativa en la propia aula. Por ejemplo, si están hablando de un tema específico y surge una pregunta, en lugar de buscar en Google y revisar múltiples resultados, ChatGPT puede proporcionar una respuesta rápida con la que continuar la conversación.
- Mejora directa en aprendizajes de escritura: uno de los usos que más se da ya a ChatGPT y que se puede trasladar al aula es su función como asistente de escritura, ayudando a los estudiantes a mejorar su gramática, ortografía y estilo.
Los riesgos de ChatGPT en la educación
Quienes se oponen o se muestran reacios al uso de ChatGPT en el aula, no solo es por la propia herramienta, sino porque supone entregar un espacio más en la educación a las interfaces tecnológicas y las pantallas.
Durante años el debate sobre hasta qué punto el uso de tecnología en edades tempranas puede aportar o ser un problema y con qué limites debería hacerse no ha dejado de repetirse, y ChatGPT está claramente en una de las trincheras de esa conversación. Asimismo, también se teme que, si los estudiantes confían demasiado en estas herramientas, puedan perder la capacidad de pensar críticamente y resolver problemas por sí mismos.
¿Qué pasa con el plagio?
ChatGPT, como bien es sabido, tiene la capacidad de generar ensayos y trabajos completos. Si un estudiante utiliza esta herramienta para escribir su trabajo, no solo estaría mostrando falta de pensamiento original e incluso una posible falta de asimilación de los conceptos. También, aunque técnicamente no sea así, estaría cometiendo algo equivalente al plagio. Este es uno de los mayores problemas a los que se enfrenta la educación con respecto al uso de ChatGPT.
¿Se puede detectar?
Existen ya varias herramientas anti-ChatGPT. Una de las más potentes, por la empresa que hay tras ella, es la de Turnitin, firma ya conocida por sus software de detección antiplagio previos a la era de la IA.
En un experimento llevado a cabo por el Washington Post, ante 16 trabajos realizados con inteligencia artificial y otros de forma mixta, acertó de forma plena en seis de ellos, aunque tuvo resultados dispares y generó también algún falso positivo. La empresa, que aduce un 98% de fiabilidad a su software, dice que sus resultados deben ser un indicador para el profesor, pero nunca una acusación.
Pese a todo, es importante que los profesores fomenten en sus estudiantes la importancia de la integridad académica y el pensamiento original, así como enseñarles a utilizar de manera ética y responsable herramientas como ChatGPT en la educación y, en general, en la vida.
