«Si pensamos en el mar en silencio, es un mar muerto». Así constata el biólogo marino Michel André, integrante de la nueva exposición en el Espacio Fundación Telefónica. Ecos del Océano invita al visitante a adentrarse en la mente de una ballena o un cachalote y experimentar en primera persona cómo interactúan los habitantes del océano, un ecosistema vital para los seres humanos.
Del 12 de febrero al 7 de septiembre de 2025, la cuarta planta del Espacio Fundación Telefónica (calle Fuencarral, 3, Madrid) brinda una experiencia inmersiva y gratuita para escuchar la dimensión acústica del mar, un aspecto muy desconocido pero de gran importancia para los cetáceos.
Ecos del Océano, en la piel de los cetáceos
La exposición es fruto de un diálogo creativo entre el colectivo artístico Marshmellow Laser Feast (MLF) y la investigación científica del Laboratorio de Aplicaciones Bioacústicas de la Universitat Politècnica de Catalunya sobre la percepción de la realidad de los cetáceos, con la colaboración del Museu del Disseny de Barcelona. Arte experiencial, ecología marina y las fronteras de la bioacústica se unen para establecer una conexión más estrecha con los habitantes de la Tierra.
Es una instalación inmersiva compuesta por doce pantallas de gran formato que trasladan vibraciones y sonidos del mundo submarino a impactantes visuales generados por inteligencia artificial. La sala está envuelta por sonidos de animales, como el de las focas barbudas, delfines, cachalotes, incluso el de organismos microscópicos como el plancton.
Ecos del Océano huye del punto de vista antropocéntrico. Propone al espectador experimentar el mar desde la perspectiva de sus habitantes, eliminando la barrera entre humanos y especies marinas. Como explica José Luis de Vicente, comisario de la obra:
La exposición busca ver la naturaleza desde un nuevo imaginario. No es como un safari, donde vamos dentro de un coche y bajamos la ventanilla para ver los animales
Un recorrido sensorial
La exposición transcurre en cinco etapas. La primera, Meditation Room, consiste en una meditación guiada por sonidos de delfines o ballenas jorobadas y vibraciones en los asientos que prepara al visitante para la experiencia multisensorial.
A continuación, se entra en la pieza central de la exposición, Seeing Echoes of the Mind of the Whale (Viendo ecos en la mente de la ballena). Un paisaje hipnótico con doce pantallas que reflejan cómo las especies marinas perciben la realidad a través de sus sentidos. Estas imágenes, creadas por MLF en coproducción con el Museu de Disseny de Barcelona, están hechas con inteligencia artificial a partir de grabaciones reales recogidas en varios puntos del mundo.

El plancton tiene su propio espacio: el Templo de plancton. Estos seres microscópicos están representados en 200 esculturas de vidrio soplado suspendidas en el aire. Estos «arquitectos invisibles del mundo», como los denomina Ersin Han Ersin, director de MLF, son responsables del 50% del oxígeno que respiramos. Por ello, el artista subraya que el plancton, a pesar de «estar representado en figuras frágiles, son precisamente las más importantes porque respiramos gracias a él».
Las dos últimas salas se vuelcan en la parte más científica de la exposición. En La ciencia de escuchar, el visitante conocerá las herramientas para el estudio del sonido submarino que utiliza el Laboratorio de Aplicaciones Acústicas de la Universitat Politècnica de Catalunya. Aquí, los visitantes podrán interactuar con dispositivos de grabación acústica, explorar mapas sonoros de los océanos y escuchar sonidos reales capturados en el fondo marino.

Por último, Ecos del Océano cierra con Historias del sonido profundo, que recopila el conocimiento e historia de la bioacústica. Se remontan a la Guerra Fría y se ha desarrollado enormemente gracias a la tecnología. Esta sección explora cómo la humanidad ha utilizado el sonido para comprender mejor la vida submarina y su fragilidad, además de presentar iniciativas actuales para la protección de los océanos.
Ciencia y arte, de la mano
Satélites, drones y la inteligencia artificial permiten observar el movimiento de las ballenas, registrar sus cantos y trazar nuevas estrategias para protegerlas a ellas y al resto de cetáceos.
La información recolectada por hidrófonos, que llegaron hasta los 2.000 metros de profundidad, se trasladó a elementos visuales. Esa traducción a imagen se realizó con «una suerte de motor de videojuegos a tiempo real” explica Ersin. «Fue un reto crear el mundo visual correspondiente con el sonoro pero fue muy enriquecedor”, explica el director de MLF.
Ecos del Océano muestra el rico mundo sonoro del mar, incluso el de especies que se creían mudas. Además de la comunicación entre ellas, la exposición también tiene en cuenta la ecolocalizción, una especie de sónar intrínseco en estos animales. El director del colectivo artístico MFL resume Ecos del Océano como:
Una celebración de la vida marina y una exposición para que las personas imaginen cómo es ser una ballena en un contexto de degradación de los ecosistemas.
Contaminación acústica, una gran desapercibida
La contaminación acústica es la presencia de ruidos o vibraciones en el ambiente que implique molestia, riesgo o daño para las personas o para los bienes de cualquier naturaleza. En el mar también sucede y cabe subrayar que el sonido viaja cuatro veces más rápido por el agua que por el aire. El director de el Laboratorio de Aplicaciones Bioacústicas de la Politécnica de Cataluyna Michel André clasifica en tres grados de amenaza para el ecosistema marino.
Grados de amenaza de la contaminación acústica
- El enmascaramiento de la información que se transmite. Nosotros podemos esperar a una información, los animales marinos no. La capacidad de entender, de captar y de procesar esta información es vital para los seres vivos del mar. No obstante, es el menor de los impactos
- El trauma acústico. Sucede cuando un sonido perdura en el tiempo y no deja descansar al sistema que lo escucha, se produce una fatiga. Alargar esa fatiga conduce a una pérdida de sensibilidad o una sordera.
- El impacto más dañino es aquel ruido que bata al animal, o sea, un impacto letal.
Algunas actividades humanas en el mar han logrado una tecnología menos invasiva para reducir la contaminación acústica en nuestros océanos. Por ejemplo, existen aparatos que alertan de la presencia de animales en la zona para suspender la actividad en el momento. Asimismo, André añade un apunte optimsita:
La buena noticia con la contaminación acústica es que, cuando se apaga, no hay más efecto, se anula. Esto no sucede con otras fuentes de contaminación como puede ser la contaminación de plásticos o un vertido de petróleo en el mar
Un llamado a la conciencia ambiental
Desde hace millones de años, los paisajes sonoros han permanecido vírgenes hasta el siglo pasado. Y es precisamente en este contexto de degradación cuando los avances en torno a la acústica marina se desarrollan. Conociendo esta dimensión tan rica y desconocida para el gran público, Ecos del Océano plantea al visitante una conexión más consciente y empática con los océanos, que suponen el mayor ecosistema del mundo.
La exposición se complementa con un programa de actividades educativas, talleres y visitas guiadas diseñadas para públicos de todas las edades. Estas actividades permitirán a los visitantes profundizar en los temas tratados en la muestra y aprender sobre las últimas investigaciones en bioacústica marina. Para más información sobre horarios y reservas, visita Espacio Fundación Telefónica.