Contratos fijos y una buena remuneración, posibilidades de desarrollo profesional, teletrabajo y otras medidas que permitan conciliar la vida laboral y personal, un seguro médico o un plan de pensiones, clases de inglés subvencionadas, instalaciones que a veces se parecen más a un parque de atracciones que a un lugar de trabajo con jardines tropicales, toboganes para bajar de una planta a otra, salas de relax, mesas de ping pong y hasta piscina y barbacoa. Transparencia y fluidez en la comunicación o el sueño dorado de no tener jefes. Todo esto puntúa a la hora de que una empresa sea elegida como la mejor para trabajar en ella.
Pero hay un quid pro quo. En el otro lado de la balanza compañías con trabajadores motivados, muy comprometidos, con mejor servicio al cliente y que hacen posible el crecimiento aún en tiempos de crisis. Y es que está demostrado que un empleado feliz es, también, más productivo y eficiente.
No hay una fórmula única para conseguirlo y, al final, es una cuestión de actitud pero vamos a ver algunos ejemplos curiosos.
Gore-Tex, aunque prácticamente desconocida en España, es una de las 200 empresas privadas más grandes del mundo y uno de los mejores lugares para trabajar en muchos países. Durante 13 años consecutivos ha estado en la lista anual de la revista Fortune en el top 100; hace cuatro fue nombrada por el Sunday Times de Londres como «Mejor empresa en la que trabajar» de Reino Unido y también ha ocupado puestos de honor en Alemania e Italia.
Su atractivo radica -¡atención!- en la ausencia de jefes. Desde su fundación en 1958 ha sido una organización basada en el equipo y de entramado plano que fomenta la iniciativa personal. No hay organigramas, cadenas de mando ni canales de comunicación predeterminados. Existe cierta jerarquía pero son líderes que nombran los propios compañeros y emergen de forma natural al demostrar conocimientos, habilidades o experiencias especiales.
Un botón de muestra distinto es Google, que lidera el ranking que elabora la revista Fortune de las mejores empresas para trabajar en Estados Unidos. En esta ocasión, su éxito entre los empleados se debe en gran parte a su apuesta por un espacio de trabajo lúdico e inspirador -casi un Disneyland para adultos- que contribuye a disminuir el estrés y fomenta el positivismo y la creatividad
Otra opción distinta es la de Infojobs, la empresa de menos de 250 empleados donde mejor se trabaja en España, según Great Place toWork, que enarbola el ‘termómetro de la felicidad’ como su varita mágica. El departamento de Recursos Humanos ha elaborado una lista de 10 mandamientos que se resumen en uno: «El empleado es el centro de la empresa». Consideran que del mismo modo que se miden las cifras de negocio, hay que medir el grado de satisfacción de los trabajadores dentro de la organización porque una empresa no puede funcionar sin la iniciativa o el talento de quienes la integran.
El CEO de la felicidad
Cada vez más empresas quieren ser happy companies, e incluso las hay que han empezado a buscar un nuevo perfil: el CEO de la felicidad. Y no es broma. Hace poco más de un año, la edición digital de The Times publicaba este anuncio: «Se busca directivo que traiga felicidad y el convencimiento de que se puede motivar a la gente sin dinero». El puesto, con un salario de 80.000 libras al año, era para trabajar en un proyecto, el Movimiento de la Felicidad, del Center forEconomic Performance de la London School of Economics. Esta figura ahora comienza a emerger en muchas compañías. Cursos como el Designing happiness (Diseñando la felicidad) de la Graduate Business School de la Universidad de Stanford también completa año tras año sus codiciadas 80 plazas.
Conceptos como ‘liderazgo tóxico’,’absentismo emocional’, ‘factores estresantes que originan entornos de infelicidad’… son también cada vez más frecuentes. Puede que la felicidad esté sobrevalorada -que podría decir algún monologuista-, pero lo cierto es que, una vez establecida su relación con la productividad, se busca como la piedra filosofal.
Alexander Kjerulf, autor del bestseller “La hora feliz es de 9 a 5” habla de tres niveles para crear una empresa feliz. Montar el futbolín, la mesa de pimpón y servir café y comida gratis pertenecerían al nivel de estímulos. Un buen ambiente de trabajo, un salario justo y unas garantías laborales básicas, al nivel de seguridad. Pero aún quedaría un nivel intermedio, llamado de elección, que es el más difícil de conseguir. Y es que en el trabajo, como en la vida, la gente tiene que decidir ser feliz, nadie les puede obligar.
El consultor Joan Elías, que ha sido directivo en grandes empresas y tiene un libro que se titula “En busca del Lovework”, sostiene que el empleado ya tiene que salir de casa motivado. Y hay que darle la razón… Pero sí es cierto que la empresa -pensando en su propio beneficio, además- sí puede y debe crear un entorno motivador, un entorno laboral compatible con la sonrisa.
Hay entornos que propician más que otros esta sensación de bienestar, como refleja el psicólogo croata Mihaly Csikszentmihalyi, autor del libro “Fluir”, una psicología de la felicidad.
Los puntos clave de la felicidad
Para triunfar en el mercado y transmitir “buen rollo” al cliente se necesita gente apasionada, que disfrute de su trabajo,quiera ser la mejor en lo suyo, y se sienta a gusto y segura para intentar cosas nuevas.
Por desgracia, en nuestro país en este momento el primer requisito para ser felices en el trabajo es tenerlo, algo que hoy no pueden decir millones de personas.
Pero, en caso de tenerlo, ¿se puede hablar de la felicidad en el trabajo? El Instituto Coca-Cola de la Felicidad elaboró una macro encuesta al respecto en 2008 y algunas de las conclusiones que se extrajeron son que, para ser felices en el trabajo, hay dos puntos clave: uno, sentirse útil y ver que lo que uno hace se corresponde con su formación e interés; y otro, tener el reconocimiento tanto de los jefes como de los compañeros.
No debería ser tan complicado. Lo de siempre para un entorno saludable: buenos estilos de liderazgo, inteligencia emocional, empatía… Pero, al final, «la felicidad es un ejercicio de madurez”, como dice Esther Sánchez, profesora de Derecho del Trabajo en ESADE. También está claro que la empresa del futuro es, en una palabra, feliz.