Gracias a usar infrarrojos en vez de luz convecional, Li-Fi ha alcanzado 42,8 Gbps en pruebas a, eso sí, sólo 2.5 metros de distancia.
Li-Fi probablemente sea uno de los productos estrella de la colección de las «promesas que verán la luz en 2030 o ni llegarán al mercado». Sin embargo, que sobre esta tecnología se produzcan avances siempre es un dato que ilusiona. Lo último viene de la Universidad de Eindhoven, donde han conseguido transferir datos con una velocidad de hasta 42,8 Gbps, una tasa más alta que el máximo teórico de protocolos con cable con Thunderbolt 3.
Para conseguir este nuevo hito, Joanne Oh, responsable del proyecto ha empleado rayos infrarrojos en vez de bombillas convencionales, el elemento sobre el que se ha apoyado hasta ahora el Li-Fi. La contrapartida de esto sigue siendo la distancia del dispositivo receptor frente al origen de la luz: sólo 2.5 metros para conseguir la cifra mencionada. Aunque 42,8 Gbps sea una cifra impresionante, queda muy lejos de la promesa de los 224 Gbps.
Entr
La parte buena es que los rayos infrarrojos no son, como la luz convencional, perjudiciales para el organismo humano, por lo que en este sentido sí es viable. Al no ser visibles por el ojo humano (emplean una una longitud de onda de 1500 nanómetrs), tampoco presentan el inconveniente de tener que encender luces que a ciertas horas pueden ser molestas. Pero la parte de la distancia requerida para funcionar tiene difícil solución. Habría que llenar todo el lugar donde se pretenda establecer conexión de antenas, ya que el Li-Fi, por su propia idiosincrasia, sigue sin poder atravesar paredes.
El sistema ideado se basa en un cableado de fibra óptica que además sirve como punto de alimentación para las antenas, posible gracias a la mayor eficiencia energética que aportan los infrarrojos. Li-Fi debería estar listo de aquí a 5 años, aunque todo puede quedar en promesas eternas. Lo relevante de la tecnología es que desde hace tiempo se sabe que la luz puede ser el futuro de la tecnología inalámbrica y el elemento clave para decir adiós a la dictadura del cable en ámbitos determinados.
