Se acabó el “salga usted a la pizarra”. Como se acabará dentro de no demasiado tiempo tomar apuntes a mano, mientras el profesor dicta una clase “magistral”. La incorporación de nuevas tecnologías en las aulas abre un enorme abanico de posibilidades. Aplicaciones que permiten la interacción online, nuevos dispositivos móviles, tablets, smartphones…
La figura del profesor es incuestionable, pero las herramientas que van incorporándose al mundo de la enseñanza están cambiando sus métodos de trabajo. Los avances tecnológicos ofrecen propuestas novedosas y alternativas en el mundo de la educación, que irán implementándose en función de los resultados. La vieja tarima, la pizarra tradicional con tizas y borrador, han dejado paso a un mobiliario más funcional, a nuevas herramientas de trabajo, con pizarras digitales, proyectores y ordenadores portátiles y tablets en las mesas.
Los avances tecnológicos están ya en manos de nuestros hijos. Forman parte de su vida. De ahí que Telefónica pusiera en marcha hace unos años Talentum Schools, una iniciativa por la que los niños se convierten en creadores de bienes digitales. A través de talleres, los chavales desarrollan habilidades y trabajan con herramientas que motivan y desarrollan su capacidad de innovación. En definitiva, dejan de ser meros consumidores para convertirse en generadores de esos bienes digitales.
Los alumnos, nacidos en este escenario digital, necesitan no obstante de un profesor también familiarizado con estas nuevas tecnologías que les oriente y les guíe por un entorno digital cambiante que ofrece enormes posibilidades si se utiliza adecuadamente. Sin olvidar, por otra parte, que la tecnología aplicada al mundo de la educación no puede ser excluyente. Y que nunca será la panacea para acabar con el fracaso escolar, ni podrá sustituir al profesor. La formación necesita de la relación estrecha y pedagógica entre profesor y alumno.
Es un hecho constatable que las puertas de las aulas van cediendo al empuje de los nuevos avances tecnológicos. Sin embargo, las experiencias más innovadoras necesitan ser posteriormente evaluadas. En la Facultad de Informática de la Universidad Complutense de Madrid, por ejemplo, los alumnos realizan al acabar sus clases un resumen de la misma, a través de una app, que luego evalúa el profesor.
Bolotweet es el nombre asignado al dispositivo puesto en marcha por alumnos de Ingeniería Informática de la Universidad Complutense de Madrid, que permite tomar apuntes, preparar exámenes y conocer el grado de atención, así como el nivel de comprensión de la materia impartida por el profesor. Gracias a esta nueva aplicación, el alumno puede resumir en 170 caracteres lo que considera más importante de la exposición del docente.
Estas anotaciones de los alumnos sirven de evaluación continua, según afirma el profesor de esta Facultad de Informática, Jorge Gómez Sanz, en el periódico “La Razón”. Los alumnos suben sus apreciaciones a la nube, a través de un ordenador portátil, una tablet o un smartphone. De tal forma que el docente puede conocer en tiempo casi real el grado de atención del alumno y su propia capacidad de hacer comprensiva su disertación.
Otras ventajas de Bolotweet es que ayuda al profesor a identificar cómo están adquiriendo los alumnos los conocimientos, a la vez que estos mejoran la preparación de los exámenes, tomando como referencia las mejores microanotaciones que se han ido produciendo durante el curso.
Con el tiempo, el smartphone se convertirá en una herramienta habitual de trabajo para los más pequeños en las aulas, en lugar de un mero entretenimiento fuera de ellas. Pues, como también decía recientemente en “La Razón”, Menchu Garralón, coordinadora de Innovación Pedagógica del Colegio Alborada, de Alcalá de Henares (Madrid), “no tiene ningún sentido seguir enseñando a alumnos del siglo XXI y profesores del siglo XX con metodología del siglo XIX. Las nuevas tecnologías ya no son el futuro, son el presente”.
Según un estudio elaborado por Ipsos en octubre de este año, sólo el 35% de los profesores usan en España a diario la tecnología en sus clases y 8 de cada 10 lo hacen semanalmente. La revolución tecnológica en las aulas sigue siendo una asignatura pendiente.