Teresa Perales es la paralímpica que más medallas de oro ha logrado, pero llegar hasta aquí no ha sido un camino de rosas. Cuando tienes que enfrentarte a una pérdida, te refugias en lo más importante para ti, acudes a tu zona de confort. Pero, ¿qué haces cuando a quién has perdido es tu referente, tu ejemplo a seguir? Solo tienes una opción: seguir adelante.
La madre de Teresa fue un apoyo clave en su vida. Les hizo entender, a ella y a su hermano, que la vida hay que seguir viviéndola porque «es la forma de valorar la que había tenido su padre», cuenta. Proveniente de una familia de luchadores, nos enseña que lo más importante no es lo que logramos, sino las personas que nos acompañan en nuestro camino y nos impulsan para llegar a dónde queremos. Siendo estas conexiones tan importantes para Teresa: su familia y entrenadores.
Sin embargo, la vida es una caja de sorpresas y, por ende, nunca estamos preparados para lo que nos tiene preparados. Con tan solo diecinueve años, Teresa padeció una enfermedad neurológica que la dejo en silla de ruedas. A pesar de las circunstancias y de tenerlo casi todo en contra, logró resurgir con más ganas y fuerza, demostrándonos que todo en esta vida es posible si quieres y si te rodeas de gente que te apoya y confía en ti.
