Los vehículos híbridos enchufables son una tecnología de transición entre el motor de combustión tradicional y los coches eléctricos.
Los coches híbridos que se conocen suelen ser el Toyota Prius, muy popular entre los taxistas, o los Lexus de alta gama. Son vehículos con un motor principal, de gasolina o diésel, y otro eléctrico auxiliar eléctrico. Si el vehículo va despacio, si no se acelera mucho, rueda este último. Para el resto de situaciones, manda el motor de combustión.
Los coches híbridos enchufables tienen poco que ver con este modelo. Comparten, eso sí, que tienen los dos tipos de motor. Pero más bien pretenden ser un coche eléctrico , con un motor tradicional suplementario.
Se trata de coches con una batería lo suficientemente grande como para tener cierta autonomía. No la de un coche eléctrico, pero al menos sí para unos pocos kilómetros. De hecho, se considera que la mayoría de los híbridos enchufables pueden recorrer más de 30 kilómetros sin usar el motor de combustión. Los menos capacitados del mercado, algunos BMWs, hacen más de 20 kilómetros solo con el eléctrico.
Esta batería se recarga enchufándola a la corriente , de la misma forma que la de un coche eléctrico. Ya sea en casa o en un cargador de la calle, el vehículo reposta energía conectado por un cable. No como los híbridos, cuya batería se recarga con la ayuda de la propia mecánica del automóvil.
Los coches híbridos enchufables constituyen una tecnología de transición , entre motor de combustión y vehículos eléctricos. En este sentido su posición es similar a la de los híbridos a secas. Pero, si estos se mantienen cerca del motor de combustión, los enchufables andan más próximos a los eléctricos.
En realidad el concepto no es nuevo. De hecho la marca Porsche creó un primer prototipo en los albores de automovilismo, antes de entrar en el siglo XX. En los 70 la tecnología amagó de nuevo con salir a flote sin mucho tino. No ha sido hasta la última década cuando estos vehículos han experimentado cierto entusiasmo por parte del mercado.
Comparten ventajas e inconvenientes con coches eléctricos y de combustión. Y es que pueden recorrer varias decenas de kilómetros sin gastar gasolina. Así ni contaminan ni apenas gastan dinero. Además, gracias al motor tradicional pueden recorrer grandes distancias sin temor a que la autonomía alcance. En estos casos, evidentemente también contamina y el combustible sale al mismo precio que para todos, por supuesto.
Para hacerse una idea de la adopción de estos vehículos a nivel global, en diciembre de 2016 había casi 800.000 unidades. El mercado principal era Estados Unidos, seguido de China.
