La última ocurrencia de Elon Musk lanzada al público han sido los megachargers, estaciones de carga rápida que tendrán tiendas y locales de restauración al lado.
Cuando Elon Musk lanza una idea al viento, el escepticismo es la primera reacción. Pero este se ha ido suavizando con el tiempo y, sobre todo, con los resultados que el emprendedor va demostrando.
La confianza en los proyectos de Musk se ha visto respaldada por la subida de las acciones de Tesla. Pero también por algunas pruebas exitosas con SpaceX o la absorción de SolarCity con la compañía de coches eléctricos. Y los anuncios no dejan de aflorar. Más o menos estrambóticos, ambiciosos, increíbles, pero siguen lanzándose.
En este caso, Musk no habla de hyperloop ni de cohetes que harán Londres-Nueva York en 29 minutos. Su último proyecto –al menos el último que ha anunciado– está más pegado al suelo. Pero no deja de ser una idea ambiciosa y futurista, por sus implicaciones sociales.
Se trata de la creación de los megachargers : estaciones de carga rodeadas de tiendas, restaurantes y lugares de ocio. Serían lugares donde los conductores, mientras se carga su vehículo, pueden disfrutar de un café, comer o hacer compras.
Si una persona tiene que estar media hora esperando a que su coche se cargue, al menos que tenga algo que hacer en ese tiempo. Este pensamiento es el que Musk tiene la intención de llevar a cabo. Por ahora Tesla se ha preocupado de poner sus estaciones de carga en lugares con tiendas y establecimientos. Pero los megachargers serían un paso más allá.
Con el nuevo concepto de estaciones de carga no serían estas las que se colocarían en sitios con vida comercial. Serían los propios cargadores los que atraerían la construcción de un ambiente comercial a su alrededor.
Los megachargers podrían ser los representantes de los nuevos hábitos de los conductores. Hasta ahora, con los coches de combustión, la parada en la gasolinera era instantánea. No se planificaba y apenas se contaba con ella como una tarea que consumiera tiempo.
La carga de un coche eléctrico es diferente. Son al menos 20 minutos, 30 minutos o incluso más, si hay varios vehículos esperando. Si estos coches van a adoptarse masivamente, como así lo indican los planes de los fabricantes de automoción, los hábitos de los conductores han de cambiar.
Con un coche eléctrico repostar será un consumo de tiempo para el conductor y requerirá de una planificación. Así que se necesitan distracciones e incluso sitios donde se puedan aprovechar esos minutos para hacer la compra o trabajar. A esto se le suma el disfrutar de momentos de ocio, lo que también es una posibilidad. Es, en definitiva, un cambio de paradigma en los hábitos de transporte aprendidos en las últimas décadas.
Imágenes: Janitors, aaron_anderer
