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Thibault Magnin, esquiador acrobático y olímpico, la promesa de los deportes de invierno en España

“Vive la vida al máximo y alcanza tus sueños”, es el lema de Thibault Magnin, esquiador integrante del equipo de freeski de la Real Federación Española Deportes de Invierno (RFEDI). Una frase que define a la perfección la vida de este joven de 21 años que, a principios de año, vivió sus primeros Juegos Olímpicos de Invierno en Beijing 2022.

Retador, luchador, soñador… Son rasgos que definen a Thibault, de madre española y padre suizo. Hasta los 12 años vivió en Suiza, junto con su familia, un país donde la nieve es la principal protagonista y donde comenzó a dar sus primeros pasos en el esquí. “Cuando era pequeño hacia esquí alpino y gimnasia rítmica. Ambas eran la combinación perfecta para mi futuro”, cuenta Thibault a Think Big.

El esquí acrobático un deporte que nace en las montañas de Noruega

Pero, ¿en qué consiste el esquí acrobático o freestyle? Este deporte es conocido por ser uno de los más innovadores, emocionantes y dinámicos de los JJOO que, además, conlleva un mayor riesgo por parte de los deportistas que lo practican. En concreto el esquí acrobático es una modalidad en la cual los deportistas tienen que realizar saltos con acrobacias y trucos sobre la nieve.

Este tipo de deporte nació en los años 30 en Noruega, cuando los esquiadores comenzaron a   realizar acrobacias durante los entrenamientos de esquí alpino. Aunque no sería hasta 1992 cuando comenzó a formar parte de los Juegos Olímpicos de Invierno.

Dentro de las olimpiadas de Beijing 2022 se realizaron dos pruebas dentro de esta modalidad: el slopestyle y el big air. Tal y como nos explica Thibault, la prueba de slopstyle es una categoría de freestyle donde los deportistas descienden por una pista llena de saltos. El objetivo perseguido es realizar saltos con la mayor dificultad posible. Mientras que, en el big air los esquiadores se lanzan desde una rampa empinada y realizan diferentes trucos y giros en el aire.

¿Cuál es la prueba favorita de Thibault? El slopstyle, “porque es más divertida y compleja. No solo es un salto, sino que se trata de una combinación de saltos perfectos”, confiesa. Pero para llegar a ese punto, Thibault ha tenido que trabajar día tras día para situarse entre los rostros reconocidos del esquí acrobático.

Thibault Magnin y su talento innato sobre los esquís

Continuando con su historia, a los 15 años cruzó el océano con destino hacia Estados Unidos para formarse como esquiador a nivel profesional, mientras estudiaba. Este fue un momento de inflexión en su vida. A su regreso a España, con 17 años, entró a formar parte de la RFEDI. Durante aquel año en suelo americano logró un buen nivel dentro del esquí acrobático, sin embargo, lo que no se esperaba es que lograría tan rápido poder situarse entre los mejores. Hay gente que nace con un talento, y el de Thibault es este deporte, sin lugar a duda.

La gran mayoría de las personas necesitan tener un objetivo para perseguir, es decir, una pasión que los mueva y los lleve a luchar por cumplir sus sueños. Estas metas, según la persona, pueden ser muy dispares. Sin embargo, cuando nos referimos a los deportistas de élite sus objetovos conllevan un alto sacrificio. “Para mí el esquí es mi pasión, es lo que más me gusta hacer en la vida”, comenta Thibault. Confiesa que lo que siente cuando está sobre sus esquís es algo totalmente diferente a lo que puede sentir cuando práctica cualquier otro deporte, porque es consciente de que se trata de un deporte de riesgo.

El esquí acrobático, un deporte admirable que capta la atención de todo el mundo

Uno de los aspectos que convierten este deporte en algo sorprendente son los propios esquiadores. Tras muchas horas detrás de trabajo consiguen que las acrobacias y los trucos que realizan parezcan sencillos. Este deportista cuenta que, cuando logran estar en el aire, tranquilos, a pesar de la dificultad del ejercicio, “es un sentimiento que no te da otro deporte”, explica. Aunque, confiesa que el miedo siempre está ahí, solo que hay que aprender a manejarlo. Estos profesionales del esquí practican numerosas veces los saltos y las acrobacias a realizar, de manera que, cuando van a hacer esas pruebas, sus músculos ya tienen en su memoria la posición adecuada.

Aun así, hay competiciones en las que tienen que realizar saltos o acrobacias que han practicado menos veces para situarse entre los mejores puestos, o en el pódium. Thibault cuenta que esta es una situación que suele darse a menudo. En el Campeonato del Mundo Junior de Freeski 2018 tenían que realizar tres rondas dentro de la modalidad de big air. En la primera y segunda ronda realizó sus mejores trucos colocándose en el sexto puesto, pero si quería entrar en el pódium tenía que arriesgar, realizando un truco que solo había practicado una vez.

En ese momento, “solo piensas en que te queda una ronda, estás cerca del pódium y en que esa acrobacia es similar a otras”, recuerda Thibault. Finalmente, realizó un triple 16 situándolo en el tercer lugar y demostrando que en el esquí acrobático no se puede planificar cada prueba porque, en ocasiones, hay que improvisar y arriesgar para ocupar un sitio encima del cajón.

La lucha de Thibault para llegar a los Juegos Olímpicos de Inviernos de Beijing 2022

Ese mismo año, Thibault entró a formar parte del Programa de Becas Podium, la iniciativa de apoyo a jóvenes promesas del deporte olímpico español, desarrollado por Telefónica y el Comité Olímpico Español. Este esquiador reconoce que sin esta beca no podría haber llegado hasta donde está ahora, porque el apoyo de la Federación es muy grande, pero la beca ayuda a que pueda seguir entrenando y seguir formándose. “Podium me ha ayudado a superarme cada día y a dar los mejores resultados de mí mismo”, cuenta.

Cuatro años después de esa época y tras ser el primer español en disputar una final del Mundial (big air), aterrizaba en los Juegos Olímpicos de Invierno en Beijing 2022. Unas olimpiadas a las que estuvo a punto de no asistir, porque en marzo de 2021 sufrió una dura lesión en la rodilla por la que tuvo que someterse a una cirugía. Él afirma que este deporte le ha enseñado a ser resiliente y durante esos meses de recuperación pudo demostrarlo. Ha sido un ejemplo de paciencia, de cuidado hacia uno mismo y de espíritu de superación. Se presentó a las olimpiadas de invierno 2022, cuando solo hacía dos meses que había estado en su sofá recuperándose.

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Cuando habla de esa primera experiencia, se le iluminan los ojos y la sonrisa. “Ha sido un sueño cumplido poder asistir y, sobre todo, después de la lesión”, reconoce. A pesar de que no pudo volverse con una medalla, demostró a todo el mundo que las ganas y el trabajo pueden hacer posible seguir luchando por un sueño, enfrentándose a las adversidades de la vida.

Una persona que acompañó durante los Juegos de Invierno a Thibault y que se ha convertido en un indispensable en su día a día, es Javier Lliso, esquiador acrobático. Uno de los valores que inculca el deporte es el trabajo en equipo y ellos dos son un ejemplo de ello. Cuando uno necesita un empujón, el otro está ahí para dárselo.

Estos solo son los inicios de Thibault dentro del esquí acrobático, donde día a día demuestra que ha nacido para realizar este deporte, convirtiéndose en una de las grandes figuras de los deportes de invierno en España. Aun a sabiendas de ello y de la larga carrera deportiva que tiene por delante, tiene que claro que quiere seguir estudiando. Además, compatibiliza su pasión por los esquís con trabajos como modelo, que reconoce que son para verano, porque ahora su mayor prioridad es el mundo del esquí acrobático.

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