Twitter, ¿la nueva radio escrita?

Las victorias de la selección , los incendios en España, los cambios presupuestarios adoptados por el Gobierno o los posibles rescates. Todo ha sido narrado en Twitter con una instantaneidad sin parangón, con el valor añadido que supone el enriquecimiento que internautas, tuiteros y expertos en la materia aportan con sus comentarios a cada noticia.

Se ha convertido en una radio escrita que siguen con mucha atención los periodistas, amén de la comunidad internauta. El reportero que no está en Twitter está fuera. Es cierto que no se perderá la información –existen infinidad de canales que nos bombardean, como prensa, radio o televisión-, pero llegará tarde a la misma y tendrá menos tiempo para digerirla, analizarla y comunicársela a sus seguidores.

Llegados a este punto, lanzo la pregunta que tantas veces me formulan ¿debemos confiar en lo que se publica en Twitter? La cuestión me hace siempre gracia si comparo la red social con otros soportes. ¿Debo fiarme más de lo que se diga en la radio? ¿Y en la prensa escrita?

Pensemos en la Wikipedia. Mucha gente desconfía de ella pero… ¿Por qué tengo que confiar más de una enciclopedia al uso? Me parece interesante y muy sano mantener ciertas suspicacias sobre la Wikipedia, pero debemos tener ese mismo sentir con cualquier otro soporte informativo que, al fin y al cabo, también está pensado y redactado por personas. Haciendo un inciso, yo me quedo con la Wikipedia, ¿el motivo? Su actualización es instantánea y detrás de ella está la comunidad internauta, no una empresa.

Además, me fío de quienes contemplan todas las opiniones. La Wikipedia dice lo siguiente de sí misma: “La revista científica Nature declaró en diciembre de 2005 que la Wikipedia en inglés era casi tan exacta en artículos científicos como la Encyclopaedia Britannica. Por otro lado, y según consta en un reportaje publicado en junio de 2009 por el periódico español El País, un estudio dirigido en 2007 por Pierre Assouline, periodista francés, y realizado por un grupo de alumnos del máster de Periodismo del Instituto de Estudios Políticos de París para analizar la fiabilidad del proyecto se materializó en un libro titulado La revolución Wikipedia (Alianza) cuyas conclusiones eran bastante críticas. Entre otras cosas, declaraban que el estudio de Nature fue poco estricto y sesgado, así como que, según su propio estudio, la Britannica continuaba siendo un 24% más fiable que la Wikipedia.2

Volviendo al debate de la credibilidad entre Twitter y los medios de comunicación, la discusión que levantarán muchas personas que lean este post se centrará en que los medios de comunicación estánhechos por profesionales del periodismo, pero no hay que olvidar que gran parte de esos profesionales están también en Twitter, así que sólo es cuestión de elegir bien a quién seguir. Además, como ya he dicho antes, detrás de los medios hay empresas con intereses concretos.

En resumen, creo que hay que tener en cuenta lo que se publique en Twitter, pero con la máxima que cualquier profesional de los medios y consumidor de información debería seguir: tratar de contrastar las noticias que no estén bien documentadas.

Si el canal que informa es oficial, no queda otra que retweetear sin más si queremos informar a nuestros followers, puesto que si mienten y son descubiertos se habrán metido en un jardín del que sólo ellos podrán salir, rectificando y con la verdad por delante. Pero si queremos informar a partir de un tuit y elaborar otro más profundo, como ya he dicho, debemos contrastar la información, documentarnos, acudir a las fuentes…

Después de llamar a varios compañeros de profesión –como reza mi biografía soy periodista- para realizar este post, me han llamado especialmente la atención los comentarios de Miguel Ángel Uriondo, de Actualidad Económica. Uriondo ha sido recientemente premiado por Accenture precisamente por un reportaje elaborado a partir de las charlas con periodistas (TID TALKS) que Telefónica I+D realiza periódicamente a través de Twitter para dar a conocer sus novedades. El caso es que, en los escasos cinco minutos que hemos hablado –creo que su reciente paternidad ha sido la culpable de tal compresión temporal –, me ha reconocido que le resulta sorprendente la cantidad de fuentes de peso que ha conseguido, y de las que recibe información periódica, a través de Twitter.

Quienes hace cien años se movían a caballo desconfiaban de esas estructuras mecánicas de cuatro ruedas que se movían solas; muchos de los que hace veinte se comunicaban por carta desconfiaban del correo electrónico, y muchos de los que hace diez se limitaban a informarse a través de la prensa tradicional desconfiaban de los blogs. Pero al final, la evolución se impone si ésta es afín a los gustos e intereses de la sociedad. Lo único que ha de preocuparnos es hacer un uso correcto de estos avances, tanto por parte de los periodistas como por parte de los internautas.

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