implantar una mano biónica

Cómo se implanta una mano biónica

Implantar una mano biónica solo es posible gracias a la combinación de la tecnología, la cirugía y la neurociencia.

La simbiosis entre medicina y robótica ha crecido mucho en los últimos años, pero colocar una mano biónica a un paciente sigue siendo un gran reto. Hay implicadas una gran cantidad de variables para que todo salga bien, principalmente porque la operación necesita que varias disciplinas se entiendan a la perfección. La neurociencia, la cirugía y la tecnología trabajan codo con codo para alcanzar un nivel de precisión tal que una pieza ajena a nuestro organismo se integre en este hasta el punto de conectarse con el sistema nervioso.

Resulta sorprendente comprobar cómo algunas personas cuya mano amputada sustituyeron por una biónica pueden agarrar objetos, transportarlos y dejarlos en su sitio con el grado de delicadeza necesario. El investigador Oskar Aszmann, especialista en anatomía y reconstrucción biónica, ha llevado a cabo con éxito implantes de miembros artificiales cuyos resultados no dejan de asombrar.

En un vídeo rápido, en el que se mezclan imágenes de varios pacientes que practican sus habilidades con su nueva mano biónica, se puede observar como los dedos tienen la precisión necesaria para agarrar una moneda o colocar una pequeña pieza triangular en su silueta correspondiente, dibujada sobre papel. Servir un poco de agua desde un recipiente que podría pasar como una tetera es otra de las pruebas que superan con éxito estos pacientes.

El proceso de implantar una mano biónica

Aszmann ha llevado a cabo sus investigaciones en el marco de la Universidad Médica de Viena. Se encontró con un tipo de paciente cuyos nervios, concretamente los que van desde la médula espinal hasta la mano, quedaron dañados después de sufrir un accidente. Esto le impedía mover la extremidad. Con estas personas, ninguno de los intentos por reparar los nervios que se hicieron dio buen resultado.

Para Aszmann el camino estaba claro, aunque la decisión no era fácil de tomar. Se trataba de amputar la mano dañada y colocar una biónica en su lugar. No se puede desestimar el trauma que supone una amputación, pero lo cierto es que todos los pacientes tenían la extremidad paralizada.

La primera fase, una vez tomada la decisión de implantar una mano biónica, fue una operación en la que se trasplantaron músculos de la pierna a los brazos para potenciar la señal que aún transmitían los nervios. Esta no era lo suficientemente fuerte como para permitir mover la extremidad, pero sí que mantenía la conexión con la espina dorsal.

Después había que preparar a los pacientes con una suerte de entrenamiento mental. Este proceso solo se podía comenzar tres meses después de la operación, cuando los músculos de la pierna implantados se hubieran integrado con los nervios. En un principio la preparación se basó en colocar una serie de sensores que al mismo tiempo que activaban los músculos recopilaban información sobre las señales eléctricas que entraban en juego. A partir de ahí se enseñó a los pacientes a controlar una mano virtual.

El siguiente paso fue la amputación de la extremidad y su sustitución por una próstesis que se controla mediante los músculos y los sensores. Estos implantes de manos biónicas utilizan el injerto de músculo como puente entre el cerebro y la extremidad artificial. Se trata de un método menos radical que el que se ha empleado en otras ocasiones, donde los brazos robóticos se controlan directamente gracias a la lectura de las ondas cerebrales.

Imágenes | Flickr

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