La conexión que permiten los sistemas informáticos abre un abanico de oportunidades para colaborar. Existen múltiples herramientas online que sirven para agilizar la comunicación o trabajar remotamente desde varios lugares en un mismo proyecto, por poner ejemplos que saltan a la vista. De hecho, Internet nació como una forma para compartir recursos (información) entre universidades y centros de investigación.
El proyecto Biosoft se sirve de esta capacidad colaborativa de la Red para la investigación contra el cáncer. Miles de ordenadores, propiedad de ciudadanos anónimos, contribuyen a la consecución de sus objetivos, prestando a tiempo parcial su capacidad de cálculo y procesamiento. Se trata de experimentar con la liberación controlada de fármacos en el interior del cuerpo humano para tratar la regeneración de tejidos dañados.
El método escogido para liberar los fármacos dentro del cuerpo consiste en la introducción de fibras de polímeros nanométricos que contienen la medicina. Ésta queda libre a medida que el material donde está encerrada se va degradando. El problema está en la gran cantidad de factores –y su variabilidad– que hay que tener en cuenta para controlar la velocidad de liberación. La geometría de la fibra, la naturaleza del polímero empleado y cómo está distribuido el medicamento en su interior son algunos elementos a estudiar.
Sumando esfuerzos individuales
Con el fin de obtener un conocimiento fiable sobre cómo será la degradación del polímero y poder ajustarla a las necesidades médicas hay que hacer un trabajo de simulación detallado, incluyendo una infinidad de variables. Para procesar toda esta información y realizar los cálculos se requiere de una gran potencia, obtenida gracias a la colaboración de miles de ordenadores externos. Biosoft se apoya en ellos para ejecutar tareas que con un equipo corriente se tardaría años en completar, pero con la ayuda de esta red solidaria sólo se necesitan algunas semanas.
Biosoft está encuadrado dentro de la plataforma de computación ciudadana Ibercivis, una iniciativa de la Universidad de Zaragoza, puesta en marcha en 2007, para sumar esfuerzos de ciudadanos particulares en la investigación científica. A mediados del año 2010 eran 18.000 usuarios los que prestaban su colaboración, con unas 2.000 conexiones diarias. Ahora son más de 30.000 y los ordenadores que se conectan cada día ascienden a 8.000.
El interés de este modelo de colaboración está en el aprovechamiento de recursos que no están siendo utilizados y que se desvían a tareas que necesitan de toda la potencia que puedan conseguir. Se trata de una especie de crowdsourcing a lo grande, pero sin exigir de la persona una actitud proactiva. Sólo tiene se que prestar el ordenador –no importa el modelo ni su capacidad–, del que se tomarán recursos cuando se encuentre inactivo, siempre que siga encendido y conectado a Internet.
Tareas que no soportan ni las supercomputadoras
Cuando salta el modo suspensión o el salvapantallas en un ordenador, quiere decir que el usuario no lo ha necesitado durante un determinado tiempo. A partir de ese momento, y hasta que el propietario vuelva a utilizarlo, se aprovecharía su capacidad de procesamiento para proyectos científicos, entre los que se encuentra Biosoft.
Cualquiera puede colaborar en esta iniciativa descargándose el programa Boinc en la página de Ibercivis. La creación de este software, junto a la del concepto de computación ciudadana, se remonta a 1999, cuando una investigación de la Universidad de Berkeley que requería de una gran inversión de tiempo y dinero se planteó usar equipos particulares para realizar las tareas.
La computación ciudadana es un tipo de computación distribuida. En ambas se conectan equipos informáticos entre sí formando una red común con un propósito definido. El sistema es idóneo para tareas que no pueden ser llevadas a cabo por supercomputadoras debido a su magnitud. Por tanto, se empaquetan pequeños procesos, realizables para un ordenador en un corto periodo de tiempo, y una vez completados se envían a una plataforma central, en donde adquieren cohesión los datos que llegan de múltiples fuentes.
A esta forma de contribución, Ibercivis la ha llamado ciencia ciudadana. Son muchos los centros de investigación que se aprovechan de las capacidades que ofrece la plataforma.
Otro de los proyectos en marcha es Docking, que también aprovecha el sistema para estudiar formas de combatir el cáncer y otras enfermedades comunes entre la población. Se trata de una búsqueda sistemática de fármacos eficaces. Para obtener resultados es necesario simular multitud de interacciones entre proteínas y diferentes moléculas.
También existen proyectos que contribuyen a estudiar la fusión nuclear, que está previsto sea la fuente energética del futuro, o la estructura molecular de la memoria. Los materiales que pueden componer sistemas magnéticos y otras investigaciones físicas o médicas completan las iniciativas apoyadas por Ibercivis.
Imagen | Flickr
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