Un equipo de astrónomos ha descubierto el mundo potencialmente habitable más cercano, Proxima b. ¿Podríamos llegar hasta allí con la tecnología actual?
Uno de los grandes sueños de la humanidad es encontrar vida fuera de la Tierra. Aunque de momento esto siga siendo una utopía, la ciencia ha conseguido acercar un poco este lejano desafío. Un grupo de investigadores ha descubierto el mundo potencialmente habitable más próximo a nosotros. El exoplaneta, llamado así porque se encuentra fuera del sistema solar, se denomina Proxima b. El hallazgo de este planeta, que orbita a Proxima Centauri, el astro más cercano al Sol, es un paso importante para hallar «otras Tierras». La búsqueda de planetas habitables es un reto constante para los científicos que, a través de la misión Kepler, han logrado identificar ya más de 3.5000 planetas con buenas condiciones de habitabilidad.
El hecho de que se observen nuevos exoplanetas, como sucede con Proxima b, no significa que hayamos podido todavía hallar vida en ellos. Una de las condiciones críticas es la existencia de agua líquida en estos mundos dado que, al menos de momento, es un factor clave para la aparición de organismos vivos en la Tierra. Con el objetivo de estudiar en detalle este nuevo planeta, lo ideal sería enviar una misión para conocer sus características de primera mano. ¿Pero es esto posible?
Proxima b se encuentra a 4 años luz de nuestro planeta. Como explica el astrofísico y divulgador Daniel Marín en Naukas, la sonda más veloz fabricada hasta la fecha fue la Voyager-1. Esta nave, que se puso en órbita en 1977, fue la primera en alcanzar el espacio interestelar en 2012. Además de ser la misión que más lejos ha conseguido desplazarse, también lo hace muy rápido: recorre 61.200 kilómetros a la hora. A esta velocidad, la sonda tardaría la friolera de 74.000 años en llegar hasta el nuevo exoplaneta. ¿Misión imposible?
Los avances científicos y tecnológicos desde 1977 han sido numerosos. También aquellos que se refieren a los proyectos de exploración espacial. Como recoge Marín en su blog, la Voyager-1 se desplaza por un sistema de propulsión química, pero en la actualidad se está trabajando en las innovadoras velas solares. Este método de transporte se aprovecha del viento solar que emite nuestro astro en forma de partículas y energía para así acelerar viajes por el cosmos, como los que podrían llevarnos hasta Proxima b.
El reconocido astrofísico y divulgador Carl Sagan fue uno de los pioneros al mostrar el funcionamiento de una vela así. El año pasado, una fundación privada lanzó al espacio el primer sistema de este tipo, denominado Lightsail. Los cálculos realizados por Marín plantean que emplear una vela solar reduciría el viaje a Proxima b hasta llegar a los 14.000 años. Un tiempo todavía insuficiente para nuestra generación, ávida por saber más acerca de este desconocido mundo.
El impulso definitivo lo puede dar la iniciativa Breakthrough Starshot, promovida por el físico Stephen Hawking y los inversores Yuri Milner y Mark Zuckerberg. El objetivo detrás de este gran proyecto, presentado el pasado mes de abril, era mandar una pequeña sonda -de apenas unos gramos- a Alfa Centauri, la estrella vecina de Proxima Centauri. La diminuta nave alcanzaría un 20% de la velocidad de la luz, convirtiéndose en la más rápida de la historia. En otras palabras, gracias a una rapidez de 215 millones de kilómetros por hora, conseguida gracias a nanovelas láser, se podría llegar a Proxima b. Tras el hallazgo del nuevo mundo potencialmente habitable, Hawking, Milner y Zuckerberg han decidido cambiar de objetivo y tratar de alcanzar el exoplaneta en sólo dos décadas. Todo gracias a los impresionantes avances tecnológicos de los últimos años.
Imágenes | Laboratorio de Habitabilidad Planetaria de la Universidad de Puerto Rico en Arecibo