El futuro es invisible

Hacia la tecnología "escondida"; una tecnología tan avanzada e imperceptible que adivina y acciona aquello que el usuario quiere hacer.

Es el año 2015 y no vemos coches voladores por ningún lado. Cazadoras y zapatillas auto-ajustables, monopatines sin ruedas, hologramas, mochilas-cohete, naves espaciales, etc. No vemos nada de lo que cientos de películas nos contaban durante nuestra infancia cinematográfica. Ni siquiera estamos cerca; lo más parecido son objetos como neveras con pantalla desde la que puedo consultar Facebook cuando voy por un vaso de agua (justo lo que necesitaba, gracias). ¿Nos estamos quedando atrás? No. ¿La tecnología es capaz de hacerlo? Lo es. Entonces, ¿por qué no vivimos en un mundo como el de Regreso al Futuro 2?

coche del futuro

Como le decía el Oráculo a Neo, el problema no son las respuestas, sino que hacemos las preguntas equivocadas.

El futuro, dicen, empezará cuando los objetos puedan hablar y tomar decisiones entre sí. Es lo que se denomina el «Internet de las Cosas». Actualmente se traduce en miles de ingenieros a lo largo del mundo gastando cientos de millones intentando mejorar objetos que ya funcionan, conectándolos. Empeñados en colocar Internet allá donde se lo permiten. Instalando dispositivos Bluetooth, ZigBee y SIMs en mantas, pedales de bicicleta, perros, vacas, cajones de arena, chupetes, tenedores, neveras, lavadoras y todo tipo de objetos cotidianos.

Pero hay un problema de raíz, y es que las cosas no quieren ser mejoradas de esta forma.

Un ejemplo sencillo: un interruptor de la luz. Existen múltiples soluciones en el mercado que habilitan la conexión a internet de interruptores, para habilitar que el usuario sea capaz de encender y apagar a distancia cualquier objeto conectado tras de él. Descrito en alto nivel, lo que este interruptor del futuro necesita tecnológicamente es:

  • – Circuitería interna adicional
  • – Relés de paso
  • – Módulo de comunicaciones low range
  • – Hub / Gateway
  • – Internet
  • – Servidor (back-end)
  • – Aplicación (front-end)

Y cuando todo está preparado e instalado, el usuario tiene que seguir una serie de sencillos pasos para accionar un interruptor de la luz:

1. Sacar el móvil del bolsillo

2. Deslizar para desbloquear

3. Introducir un código

4. Buscar la aplicación

5. Abrirla

6. Navegar por ella y recordar dónde se encuentra ÉSE interruptor en concreto

7. Accionar el interruptor

8. Esperar unos segundos a que la acción atraviese toda la red

9. La luz se enciende

bombilla centenaria

Recordemos por un momento que un interruptor es un objeto que se inventó hace más de un siglo. Ha pasado por miles de manos de ingenieros durante cien años de desarrollo, pruebas y ensayos, experiencias de usuarios, tests A/B, diferentes interfaces, voltajes, etc. Es un objeto con un precio optimizado que ronda los dos o tres euros. Es absolutamente imposible que cambiando radicalmente de esta forma el ‘modo de accionar‘ (denominado interfaz de usuario – UX/UI) podamos sustituir a su hermano tradicional.

Una mejora en el caso de uso podría ser la siguiente:

1. El usuario quiere accionar el interruptor

2. Sin levantarse del sofá, el usuario apunta al interruptor

3. La luz se enciende

En un escenario así se mejora un proceso ya existente, «adivinando» lo que el usuario quiere hacer y realizándolo de una forma no intrusiva, optimizando la acción. Sin tocar, sin cables, sin pantallas. ¿Es posible recrear hoy un escenario como el anterior? Lo es. Existe tecnología lo suficientemente evolucionada para que esto ocurra.

El problema es que existen una serie de barreras económicas para hacer que casos de uso como el anterior se conviertan en una realidad. Y estas barreras no pueden ser solucionadas por una única empresa creando respuestas «verticales» y aisladas: necesitamos desarrolladores de negocio de múltiples industrias hablando todos entre sí, compartiendo casos de uso, modelos económicos, diseñadores UX/UI desarrollando software+hardware, formando un ecosistema que sostenga entre sí el coste de habilitar que las cosas ‘hablen’.

En Telefónica I+D estamos trabajando en cada uno de los puntos de la cadena de valor, que representan desafíos completamente diferentes, con diferentes productos y prototipos. Recogemos insights, completamos especificaciones, y cerramos habilitadores con la esperanza e ilusión de apoyar a toda ésa comunidad.

Cuando el problema se solucione, veremos el futuro inmediato, que no serán coches voladores. Serán personas que después de un día estresante en enero, llegan a su casa recién calentada y se enciende música relajante. Serán máquinas que se regulan sin intervención humana para evitar emisiones perjudiciales cuando hay niños jugando en un parque próximo. Serán palets que indican la calidad de sus alimentos para optimizar el momento de su consumo, evitando desperdicios y alimentando más gente.

Es un futuro exactamente con la misma apariencia del presente, pero donde todo esto ocurre de una forma menos invasiva, difícil de percibir, con mucha tecnología «escondida», adivinando y trabajando para ayudar en tareas cotidianas. Donde relacionarnos con las cosas cotidianas y activarlas es más sencillo, más natural. Es un futuro sin cables, sin pantallas, sin llaves, sin interruptores.

El futuro es invisible, y la interfaz eres tú.

«Toda tecnología lo suficientemente avanzada es indistinguible de la magia.«

Arthur C. Clarke

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