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La «vieja Europa» será una realidad más pronto de lo que pensábamos

La Organización Mundial de la Salud alerta del progresivo envejecimiento de la población. La "vieja Europa" afronta muchos desafíos sanitarios.

Más del 30% de la población continental tendrá una edad superior a 60 años en 2050, según la Organización Mundial de la Salud. La «vieja Europa» será una realidad antes de lo que pensábamos, debido a que se duplicará la tasa de personas mayores entre 2000 y 2050. Este progresivo e imparable envejecimiento tendrá un impacto muy importante en nuestro estilo de vida y en el bienestar general de la ciudadanía.

Contar con una sociedad más envejecida en el último medio siglo se debe a dos razones principales. Por un lado, el aumento de la esperanza de vida debido a los avances en medicina y las mejoras en la higiene o la salud pública y, por otro lado, la disminución de la tasa de fecundidad han llevado a la situación en la que nos encontramos. Y es que por primera vez en la historia, la mayoría de las personas pueden esperar vivir hasta los setenta años e incluso más allá. Sin embargo, ante este desafío surge una pregunta clave. ¿Sólo viviremos más o trataremos de que esos años adicionales tengamos una calidad de vida adecuada?

El impacto sanitario

Para responder a dicha cuestión, debemos entender el impacto que tiene el envejecimiento de Europa sobre la salud pública. Y es que el incremento de la esperanza de vida se relaciona con la aparición de enfermedades tan temidas y famosas como el cáncer o las patologías neurodegenerativas del parkinson o el alzhéimer. Un aumento de los años que viviremos también supondrá una mayor incidencia de estos trastornos, aunque por fortuna la medicina sigue trabajando para desarrollar tratamientos eficaces y diagnósticos precoces.

En ese sentido, la investigación sigue trabajando para retrasar el envejecimiento. Y ya ha logrado diversos casos de éxito en modelos animales. El último, impulsado en el Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas de Madrid, ha conseguido frenar el envejecimiento en ratones sin alterar sus genes. Lo han hecho fijándose en los «capuchones» que protegen los extremos de nuestros cromosomas, también denominados telómeros. Aunque todavía es pronto para decir que hemos encontrado el «elixir de juventud», los retos que nos plantea la «vieja Europa» del futuro obligan a seguir trabajando en este tema.

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Además del ámbito sanitario, en el que la exploración espacial también puede aportar su granito de arena, la Unión Europea también se ha propuesto promover el envejecimiento activo. Según el Libro Blanco del IMSERSO, «las sociedades desarrolladas se enfrentan a una realidad demográfica que requiere actuaciones importantes en el ámbito de la convivencia, la integración y el bienestar». La inversión de la pirámide demográfica, como alertaba la OMS, hace también que debamos fijarnos en detalles que antes pasaban desapercibidos: el aumento de dependencia y de los cuidados necesarios o la entrada en discapacidad, por ejemplo.

Los retos de una «vieja Europa» no se circunscriben sólo al ámbito económico. Aunque no contar con una posible jubilación a largo plazo es una preocupación de muchos ciudadanos, lo cierto es que el cambio en la estructura demográfica y el incremento de la esperanza de vida transformarán notablemente la sociedad. En ese sentido, investigaciones como la impulsada por el grupo de María Blasco o por la NASA nos ayudarán a entender mejor este proceso, comprender sus mecanismos moleculares y, quizás en el futuro, ser capaces de frenarlo.

Imágenes | IsaacFryxelius (Pixabay), Wikimedia

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