La biometría muestra su cara B: al igual que una contraseña se puede averiguar, variables corporales como la huella dactilar también pueden ser reproducidas, para buenos o malos actos.
La biometría se ha mostrado como uno de los grandes avances en la búsqueda de la eliminación de las contraseñas, que no sólo han sido incómodas de introducir, sino que a menudo su complejidad era y es «1234» o «987654321». Como se puede imaginar, esto generaba un gran aliciente para delincuentes que deseaban atacar de cuentas de correo electrónico o incluso bancarias. Lo que no estaba tan claro es que las ventajas de las huella dactilar fueran también posibles enemigas para la privacidad del usuario.
Y es que la policía, siguiendo la pista de un asesino, ha pedido reproducir la huella dactilar de una víctima para así desbloquear su terminal y obtener posibles pruebas que se cree que este podría contener. Gracias a estas, se podría arrojar luz a la investigación y resolver el caso. Para reproducir la huella han pedido a un experto en biometría que realice copias mediante impresión 3D. Si la impresión es de cierta calidad, es fácil engañar al lector de huellas, como se ha demostrado incluso con moldes de plastilina.
Una estudiante de doctorado ha contado que la policía ya había realizado escaneos de distintas huellas de la víctima antes de que muriese, debido a que había sido detenido. Gracias a esa información en alta resolución, no ha sido necesario escanear las huellas después de la muerte, y el laboratorio ha fabricado las réplicas exactas de las 10 yemas al no saber la policía qué dedo usaba para desbloquear el smartphone.
Dado que un lector de huella dactilar, por sus características capacitivas, requiere que un dedo muestre cierta actividad eléctrica en el roce con los otros, algo que solo se produce con dedos orgánicos, el laboratorio ha recubierto los moldes con una capa de partículas metálicas. Así se garantiza el reconocimiento. El laboratorio aún se encuentra haciendo pruebas que garanticen la fidelidad de la huella, y en cuanto las tenga listas las enviarán a la policía.
El gran debate alrededor de todo gira acerca de si supone o no una violación de la privacidad de las personas. Dado que se trata de información física y no contenida en la mente, el derecho americano no considera que sean datos que deben ser protegidos, como ocurre con los contenidos memorizados en un cerebro.
