El ‘hyperloop’ proviene de una propuesta teórica de Elon Musk que varias startups han recogido y desarrollado. A partir de ahí se han empezado trabajos más prácticos, diseños, ingeniería, pruebas y construcción de tecnología. Ahora varias empresas han anunciado planes para tender estos tubos al vacío en California, en Europa o en Asia. Parece que la tecnología progresa rápidamente. Cuando el cofundador de Tesla y SpaceX publicó su paper era agosto de 2013. Lo calificó como versión alpha y destacó que solo era un boceto de la tecnología.
Les ha correspondido a otros desarrollarla y llevarla a tierra. Empresas como Hyperloop One o HTT (Hyperloop Transportarion Technologies) han anunciado avances en su camino hacia este nuevo medio de transporte. La primera ha llegado a hacer pruebas de propulsión en abierto, que se consideraron exitosas. Las cifras son llamativas: una aceleración de 0 a 100 Km/h en un segundo y una velocidad punta de 482 Km/h.
Están lejos, sin embargo, de los 1.000 Km/h o más –el transporte está orientado a superar la velocidad del sonido, 1.225 Km/h– pero es cierto que se trata de una primera aproximación. La tecnología pretende llegar a esto mediante tubos al vacío, por donde viajarán trenes-cápsula.
Los retos técnicos
De momento todos los proyectos en marcha no han logrado despejar las dudas acerca de la viabilidad. Una de las que más suena tiene que ver con los ciclos de expansión/contracción de los materiales.
Uno de los escenarios donde se quiere implantar esta tecnología en California, donde en verano aprieta el calor. Entre los problemas de hyperloop se encuentra la diferencia de temperatura que tendrá que aguantar entre la estación más cálida y la más fría del año. Los tubos de acero se expanden al calentarse y este mayor volumen tiene que ir a parar a algún sitio.
La propuesta de Musk para sortear esta dificultad son unas juntas deslizantes en las estaciones de llegada y de salida. Así no existiría ninguna complicación para el tren-cápsula a lo largo del tubo. El problema de acumular toda la expansión en los puntos de salida y de llegada es que en un tramo de casi 600 Km el volumen habría crecido en unos 300 metros, según Alon Levy, un ingeniero de transporte citado por The Guardian.
Quedan otros detalles puramente físicos que han sido objeto de polémica. Como la que generó el químico Phil Manson con un vídeo donde criticaba duramente la propuesta de hyperloop. El científico señalaba que para construir un tramo de 600 Km habría que extraer dos millones de metros cúbicos de aire. Lo comparaba con la mayor cámara de vacío que existe hoy en el mundo, que solo habría extraído un 1,5% de esa cantidad.
En su propuesta Musk también apunta que el grosor de los tubos sería de 0,7 pulgadas. A lo largo de un recorrido tan largo la presión del aire de fuera sobre las paredes sería enorme. Manson asegura que demasiado para el acero, que además tendría que soportar la vibración del tren al pasar.
La viabilidad económica
Queda una pregunta muy sencilla. ¿Dónde colocas todos estos tubos? En las ciudades si algo falta es espacio. Esto lleva a otro de los problemas de hyperloop. La infraestructura necesaria es voluminosa y de tecnología punta, es decir: cara.
El beneficio que prestaría el nuevo medio de transporte sería considerable respecto a los trenes, pero tal vez su rival no esté ahí sino en el cielo. La industria aeronáutica está plenamente desarrollada, lo que quiere decir que tiene controlados sus costes operativos y sus márgenes. No se puede decir lo mismo de ningún sector naciente. El reto aquí es encontrar una ventana de rentabilidad que haga parecer una buena idea a hyperloop.
Una cuestión técnica que también está por resolver, sobre todo por su coste. Un avión emplea mucha energía en llegar a los 9 kilómetros de altura, una parte de la atmósfera donde se encuentra cómodo, pero hyperloop pretende recrear la atmósfera que hay a 49 kilómetros de la superficie terrestre. Sigue sonando muy caro.
Imágenes: Hyperloop One