Se trata de una red que utiliza fotones polarizados para encriptar la información, de manera que si ésta es interceptada, se altera de forma irremediable.
La magnitud del espionaje de la NSA ha puesto las sensibilidades a flor de piel en lo que se refiere a la vigilancia a través de las redes. Si hoy en día no parece haber un método que garantice al cien por cien la inviolabilidad de las comunicaciones, la firma japonesa Toshiba ha creado un sistema basado en cifrado cuántico que sí sería capaz de impedir la interceptación de datos. Ningún agente externo podría acceder a esta información sin desequilibrar el sistema cuántico que la estructura, un trauma que desordenaría todo evitando que fuera legible.
La criptografía cuántica parece más bien una promesa del futuro que un fenómeno tangible. A pesar de que hay laboratorios empeñados en profundizar en sus fundamentos, la inversión requerida es muy alta y solo funciona en distancias cortas. Dentro de este escenario, un equipo de científicos de Toshiba ha dado hacia delante, tal y como recoge la revista Nature, convirtiendo una red cuántica en la que sólo participan dos usuarios en otra en la que son 64 los que están involucrados.
El funcionamiento de una red cuántica está basado en fotones polarizados, que guardan la clave que encripta los archivos digitales. Este código se envía a través de una cable de fibra óptica hasta que llega a su destino, donde un receptor de fotones examina las partículas y descifra la clave. Si en el curso de su viaje los fotones son interceptados los paquetes de información sufren alteraciones y el destinatario puede ver el rastro que han dejado estas acciones.
El mérito de los investigadores de Toshiba consiste en haber incrementado las capacidades del receptor de fotones. De esta manera se pueden añadir más destinatarios a la red cuántica, pues la clave se descifra de forma mucho más rápida. Así, la arquitectura desarrollada contempla una comunicación de un punto a múltiples puntos, con lo que se pueden apuntar más usuarios y los costes se reducen.
Sin embargo, al cifrado cuántico aún le queda mucho camino por recorrer, pues todavía es necesario aumentar la distancia a la que pueden viajar estos fotones, que actualmente está en torno a los 200 kilómetros. Pero, como asegura uno de los investigadores, Andrew Shields, jefe del Grupo de Información Cuántica de Toshiba Research Europe, “este tipo de comunicación no puede ser vencida por futuros avances en la potencia de computación ni por nuevos algoritmos matemáticos ni por nueva ingeniería”. Añade que las garantías de seguridad están en las mismas leyes físicas.
Imagen: JohnSeb