Xbox One X confirma el peor presagio de Project Scorpio

Tal y como cabía esperar, Xbox One X, el nombre final de Project Scorpio, llegará sin grandes títulos para competir con los de Sony.

La actual generación de consolas está siendo atípica, en todos los sentidos. Con una Nintendo que con Switch va por un camino separado al resto, y con Microsoft y Sony lanzando consolas más potentes antes de la próxima generación, el último año ha dado muchas sorpresas a nivel de anuncios que empiezan a ver la luz. Es más importante de lo que va de E3 2017 es el nombre e imagen final de Project Scorpio: Xbox One X.

Como ya sabemos, Xbox One X es una consola a medio camino entra la Xbox One y la próxima generación, cuyo objetivo es atraer al público más exigente de consolas, ese receloso de que los usuarios de la «PC Master Race» siempre vayan años por delante y puedan jugar a juegos 4K a 60 cuadros por segundo. Sin embargo, como repasamos en la presentación de Scorpio, el problema de Xbox One nunca ha sido de gráficos, pues más o menos son similares a los que ofrece la consola hegemónica, PlayStation 4.

El problema es un catálogo que Microsoft no ha cuidado, cuyos exclusivos son en muchos casos a medias porque en PC también se pueden jugar, y lo más importante: no son tan buenos como los que Sony ha logrado. Se esperaba, por tanto, que con Xbox One X llegasen exclusivos y nuevas franquicias, pero no ha sido así, o al menos no ha sido así del todo, porque pronto llega uno de los títulos más aclamados, Forza Motorsport 7.

Además de esto llegan títulos que pueden tener cierta atracción, pero que quedan muy lejos de gigantes próximos en PlayStation 4, como The Last of US 2, un nuevo God of War, la nueva franquicia de Kojima o el remake de Final Fantasy VII (que al menos será exclusiva temporal. Frente a eso, Microsoft ofrece potencia brutal para jugar a juegos multiplataforma, y el problema es que a los 60 millones de usuarios que han comprado una PS4, si continúa el patrón de anteriores generaciones, no les importa demasiado no tener lo último: lo tendrán dentro de pocos años cuando se lance una nueva generación y ya hayan amortizado suficientemente la actual.

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Xbox One X podría servir perfectamente como una manera de atraer jugadores de PC a consola mediante una buena estrategia en exclusivos. El mensaje sería: «no vas a ganar calidad gráfica si ya tienes un gran PC, pero vas a ganar mucha comodidad y sobre todo, títulos exclusivos». Frente a eso, el mensaje parece sólo ir dirigido a un nicho de usuarios que sólo buscan tener gráficos de última generación, porque, ¿quién va a gastar 499€ (precio oficial) en una Xbox One X cuando la PlayStation 4 se encuentra frecuentemente por menos de 250€?

El único problema para Microsoft no es ese, sino que en vez de luchar un poco por esta generación y preparar mejor la siguiente, como hizo en la transición de la Xbox a la Xbox 360, logrando adelantarse un año a la PlayStation 3, va a quedarse atrás de nuevo mientras Sony ya piensa en su PS5, pues ha lanzado un año antes su alternativa a la One X, la PS4 Pro.

Perder una generación es algo que puede pasar, pero lo peor es perder dos, o una y llegar tarde a la otra. Salvo potencia bruta en juegos que ni existen (aunque Microsoft ha prometido que la Xbox One X mejorará los presentes en Xbox One), la nueva consola no tiene ningún argumentos. Es muy bonita, eso sí.

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