Con la popularización de Internet a principios de la década pasada, se produjo un boom de contenidos en la red cuyo orden y organización resulta complicada incluso en nuestros días.
En un entorno 2.0, la © de copyright, que reservaba para el autor todos los derechos de los textos publicados, carecía de tanto sentido como en el universo 1.0, dado el aumento de los “autores” y, sobre todo, la facilidad de uso de plataformas como Blogger, TypePad y, posteriormente, Wordpress, que han permitido a casi cualquier internauta convertirse en creador de contenido.
No todos los autores quieren guardar para sí todos los derechos sobre su contenido, ni explotarlo comercialmente. Surge así la cultura de compartir, cada vez más extendida en la red de redes, pero incluso el compartir necesita de una reglamentación.
Se acaban de cumplir 10 años desde que se emitió la primera licencia de la organización sin ánimo de lucro Creative Commons, que fue creada en diciembre de 2002 por el abogado especialista en Derecho de Internet Lawrence Lessing.
Creatividad y conocimiento
La asociación –cuya oficina principal está en Mountain View, en California (Estados Unidos), junto a las oficinas centrales de Google– surgió con el objetivo de permitir a los internautas utilizar y compartir tanto su creatividad como su conocimiento a través de unas figuras jurídicas de carácter gratuito.
Es el autor quien decide qué licencia Creative Commons (CC) aplica a su creación, si se reserva algunos derechos o la difunde “sin derechos reservados”, pero la licencia permite que siempre se reconozca su autoría.
Existen seis tipos de licencias Creative Commons y, como decimos, la más básica –o la más abierta, según se mire– es la que únicamente reconoce la autoría (CC BY), y permite que la obra se distribuya libremente, se retoque, se fragmente,… siempre y cuando se mencione a su autor.
En el lado extremo de ese repertorio de seis licencias, se encuentra la CC BY-NC-ND, que permite descargar las obras y compartirlas, pero sin modificarlas en absoluto. Tampoco permite su uso con fines comerciales y, eso sí, exige la cita siempre al autor, como en toda licencia Creative Commons.
Código identificador
Las licencias Creative Commons están disponibles en numerosos idiomas, e incluyen un código que se inserta en las páginas web para que los motores de búsqueda puedan reconocerlas y así encuadrar los contenidos en su categoría correspondiente a la hora de ofrecer los resultados.
De todas maneras, aunque las licencias Creative Commons respetan la legislación del país en el que se publican, incluyendo algunas modificaciones de uso son necesarias para cumplir con la ley vigente, no todos los profesionales las consideran válidas, y se enfrentan a quienes consideran que las CC son únicamente un complemento perfecto para la actual ley del copyright tradicional.
Sea como sea, lo cierto es que la filosofía copyleft se ha difundido ampliamente a lo largo de Internet durante estos 10 años. A diario, se publican miles de obras bajo licencia CC, y son millones los autores de bitácoras, fotografías, vídeos subidos a las distintas plataformas gratuitas,… que apoyan la cultura de compartir la creatividad.
Imagen | Wikipedia