Ante la propuesta del gobierno para prohibir los coches diésel y gasolina en España en 2040, repasamos la situación actual y las perspectivas en este ámbito.
No hay mejor símbolo de cómo el siglo XXI se empeña en enterrar las viejas glorias del siglo XX que el motor de combustión. El rey indiscutible del transporte, que ha echado a rodar, a volar y a navegar la modernidad, cede terreno. El coche ya no es ese objeto de deseo y, cuando lo es, se aspira a que sea eléctrico.
En este contexto, los gobiernos de varios países se han planteado la prohibición a medio plazo de los coches con motores de combustión. Los diésel y gasolina en España parece que también tienen los años contados. El Ministerio para la Transición Ecológica prepara el borrador de la futuro Ley de Cambio Climático y Transición Energética, que tiene la idea de impedir la matriculación de este tipo de vehículos a partir de 2040.
Aunque faltan por concretar un buen número de detalles ya se ha avanzado un calendario ideal. Las fechas clave son 2040 (el fin de la matriculación de los vehículos conmotor de combustión) y 2050, cuando se prohibirá también la circulación. Pero está previsto que haya una evolución gradual en este lapso.
En 2023 los municipios de más de 50.000 habitantes tendrán que contar con zonas de bajas emisiones. En estas partes de las ciudades solo podrán acceder los vehículos menos contaminantes. Esto ya es una restricción destinada a impulsar los coches eléctricos y a minar la utilidad del motor de combustión.
En realidad, la futura normativa quiere darle protagonismo a los municipios, que son los que podrán llevar a cabo la prohibición con mayor efectividad. La ley destinada a frenar el uso de los diésel y gasolina en España también contempla un incremento de las renovables. En 2030 el 70% de la generación eléctrica deberá proceder de fuentes limpias. Es una garantía de que no se cambie la combustión de petróleo en los motores de los coches por la que tiene lugar en una central térmica.
Los primeros pasos se han dado en las ciudades
Si los municipios serán los que tengan que llevar a término los conceptos de la futura normativa, algunos ya se han movido en esta dirección. Madrid y Barcelona son las que han tomado la iniciativa en este campo.
En la capital destaca el proyecto Madrid Central , que limitará los vehículos que acceden a la zona centro. Solo los vehículos 0 emisiones y los coches de los residentes o de los invitados por ellos podrán circular libremente por la zona. Los vehículos ECO tienen algunas restricciones, pero pueden entrar y los que tienen otro distintivo ambiental de DGT solo podrán hacerlo si se dirigen a un parking.
Pero además de su medida más llamativo, el Ayuntamiento de Madrid tiene previsto impedir a los vehículos sin distintivo de la DGT aparcar dentro de la almendra central en 2020. En Barcelona esta medida se aplica desde 2017 en días de alta contaminación. En 2020, la Ciudad Condal también creará su Zona de Bajas Emisiones, donde no podrán circular los automóviles sin distintivo.
Facilidades para la transición
En varios países el sector público se ha decidido a dar un impulso a los coches eléctricos y limitar los vehículos contaminantes. Pero el movimiento se acompaña de la iniciativa privada, que sirve a su vez como propulsora de la nueva movilidad.
Los fabricantes de coches se han lanzado a crear modelos eléctricos , especialmente a partir de 2016, tras el 'dieselgate'. La inversión en el diseño de estos nuevos vehículos aumenta y, de hecho, si no quieren quedarse atrás, las compañías tienen que inyectar capital en este ámbito. La competición se traslada del motor de combustión al eléctrico.
El despliegue de estaciones de carga de la mano de compañías privadas es otro de los factores que mueve a la adopción. Mientras que pequeñas iniciativas de normalización, como la introducción de información sobre las estaciones de carga en Google Maps, contribuyen incluir en la cotidianeidad a los eléctricos.
Imágenes: frankieleon,
