Un equipo conjunto del MIT y Harvard ha creado músculos artificiales que levantan 1.000 veces su propio peso, un nuevo hito para la robótica blanda.
La robótica blanda avanza a toda máquina. Así se desprende de las últimas investigaciones que han salido a la luz. Esta disciplina de la robótica experimenta con materiales y diseños para lograr máquinas flexibles y con capacidad para doblarse. Sin ambages: el auténtico objetivo es imitar los músculos de los humanos y animales.
Tal vez la zoología esté lejos de conseguirse a través de la ingeniería, pero esta ha logrado imitar fragmentos de la primera exitosamente. En realidad es el mismo esquema que siempre han seguido las máquinas. Se estudia un trabajo que hace un ser humano, como cálculos matemáticos, o más rudimentario, el que hace un animal, como un caballo que tira de un carro, y se trata de imitar mecánicamente. El resultado es un ordenador o un coche. Ambos superan a los modelos originales, en capacidad de cálculo al primero, y en fuerza al segundo.
Con la robótica blanda, una disciplina de escasa trayectoria, sucede lo mismo. El modelo pueden ser los músculos humanos y quizá que no se consiga la misma flexibilidad, pero, ¿y la fuerza? Una investigación conjunta entre el MIT y la Universidad de Harvard ha logrado músculos artificiales que levantan 1.000 veces su propio peso.
Esto es una auténtica proeza para la robótica blanda. Y no hablemos ya para un músculo humano. Solo hace falta pararse a pensar cuánto te puede pesar el bíceps del brazo y multiplicar por mil. La cantidad sería desorbitada incluso para el más adicto al culturismo.
Estos músculos artificiales están inspirados por el origami, la técnica japonesa que permite doblar papel de forma imposible. Aparte del diseño y los materiales empleados, su fuerza la consiguen únicamente con aire y presión por agua. Los propios científicos se han mostrado sorprendidos de lo fuertes que han resultados ser estas máquinas con vocación biológica.
Lo cierto es que estos resultados no son únicos. De hecho, una meta equivalente la habría logrado otro equipo, esta vez de la Escuela de Ingeniería de la Universidad de Columbia. En esta ocasión, se trata de nuevo de un robot blando que levanta 1.000 veces su propio peso. Se puede imprimir en 3D y guarda una gran simplicidad en su concepción.
Ambas investigaciones pertenecen a una misma tendencia. La robótica blanda y los músculos artificiales están ganando en sofisticación. Los avances en materiales y diseño marcan una pauta de ascendencia irremediable. Y la ingeniería se ha adaptado a esta nueva forma de trabajar, esta necesidad de flexibilidad. La robótica promete ser mucho más versátil de lo que es ahora.
Imágenes: Calibra, Shuguang Li